Me inventaba tu nombre..


Me habías encontrado perdida, tomando una copa en un bar que no tenía ni nombre. Te dedicaste a mirarme cómo quien mira un recuerdo que aún no está formado. Imaginaste mis ojos riendo, mi voz susurrando, mi pelo al viento. Todo eso sin conocerme. Desde lejos, observando, cómo mis labios se acercaban al vaso y se humedecían. Te parecía la más triste de aquel lugar, incluso de toda la ciudad. Me veías llorar y desde lejos te imaginabas secando mis lágrimas, una a una, como en una película. Después iría el beso, claro está, un beso eterno en el que descubrías que me ibas a querer para siempre. Yo esbozaría una sonrisa y tu cuento de hadas habría sido cierto. Noche tras noche, entre jazz y alcohol garabateabas en tu libreta todo lo que querías hacer conmigo, un día al parque, otro a cenar, y el tercero sin salir de la cama. Ni siquiera sabías mi nombre y ya querías casarte conmigo. Así, noche tras noche, nos veíamos sin vernos. Ya habías decidido que vestido me arrancarías la primera noche, el rojo, ese que marcaba todas mis curvas y dejaba la espalda al aire. Un día, te vi. Vi como tomabas notas sin dejar de mirarme, sonreí, quizá estabas tan perdido como yo. Volví la vista a la copa. Cuando volví a mirarte ya no estabas. Encontré tu libreta. Empezaba así:

“Hay una mujer en la barra que me tiene hipnotizado, quizá el amor es algo así, algo que te impide pensar y te arrebata la coherencia. Necesito estar aquí, verla, arrancarle el vestido con la mirada e imaginar su cuerpo desnudo. Ser su copa por una noche, que me beba, trago a trago, hasta perder el juicio. Crear recuerdos sin fecha de caducidad. Amanecer los lunes con resaca de amor y empezar la semana riendo. Aún así, soy incapaz de acercarme a ella y preguntarle su nombre. Será que prefiero este amor, el de los sueños, el que nunca va a destrozarme el corazón. “

Al final de la libreta había un número de teléfono. Me decidí a llamar. Quedamos en un parque. Y empezamos a construir recuerdos inventados. Al día siguiente fuimos a cenar, y el tercero no salimos de la cama. Pero cuando me conociste, dejé de gustarte, de ser la musa que llenaba tus sueños. Al cuarto día me dijiste, vuelve al bar, finjamos que no nos conocemos. Y esa noche me arrancaste el vestido rojo en un baile lento. No hablamos, sólo nos tocamos e hicimos el amor sin amor. Por la mañana no estabas, no volví a verte. Esa noche fue la mejor de mi vida.

9 comentarios:

  1. Hola! :D Pues utilizo varias cámaras, pero las de esa entrada están hechas con una Nikon d40 :D Me alegro que te gustaran!
    Un besito guapa.

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  2. Uuh pero si tenemos un romántico ;), me gusta, me gusta! Hay que conservar la magia.
    Un beso

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  3. Duro, sincero, bonito. Me gusta sobre todo la primera parte, tiene frases muy interesantes. En mi opinión es muy bueno el texto; bonito si es ficción, demasiado real si es real, sobre todo por "cuando me conociste dejé de gustarte, de ser la musa...". Es difícil encontrar a alguien que sirva de fuente de inspiración tanto siendo desconocido como cuando lo deja de ser.

    En fin, sigue así con el corazón a voces, que me gustan los gritos.

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  4. Te comprendo; yo también estoy así y últimamente casi escribo solo por hacerlo, que es la peor de las razones. De cualquier forma, ya sabes; son fases. No hay escritor que se precie que no aborrezca su obra, ni idiota que no se canse de sus idioteces. Seas cual seas -:)- es normal. Unos días mejor, otros días peor, pero todos los días mal.

    Sensaciones muy bien escritas, pues. Por cierto, he mantenido tu blog abierto mientras escribía las últimas entradas, la música que tienes puesta es muy inspiradora, :).

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  5. Sí, también es mi terapia, pero normalmente escribo porque me viene un torrente de ideas, vamos, cuando estoy inspirado. Pero últimamente me pongo a ello de manera "artificial", solo porque me apetece escribir.

    Dicen que las buenas ideas no se buscan, aparecen con la inspiración, y si no lo dice nadie, ya lo hago yo.

    Pues eso, música muy acertada para escribir, gracias por compartirla. :).

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  6. Y quizá sea mejor vivir en el mundo de los sueños...

    Y comenzar construyéndolos desde los cimientos, vaya a ser que se vengan abajo...

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  7. La última frase. Creo que es afortunado conocer algo así. Tener un momento que brilla en el páramo gris que a veces es la vida.

    Pocos lo tienen.

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