La tragedia, y la soledad.


Como si estuvieras en una gasolinera en medio del desierto, en silencio, escuchando tus pensamientos, moviendo el aire con las manos. Como si el tiempo fueran unas hormigas recorriendo tu espalda, como si algo te estrujara el pecho y no te dejara respirar. Como sobrevivir al tiempo y a la crueldad. Como subirse a una montaña rusa y desabrocharse el cinturón, como dejarse caer por el acantilado gritando “no nos queda nada por lo que luchar”. La soledad en todas sus manifestaciones, una taza de café solitario, frío, abandonado en medio del fregadero. La hoja arrancada de un libro, volando por las calles de Oviedo, como enterrar un recuerdo, como tapar con un puñado de piedras el laberinto de la memoria.

Como sobrevivir a la nostalgia: Dormir hasta que deje de doler. Coger el autobús, sonreír a los desconocidos, leer hasta que las palabras se te salgan por los ojos, beber hasta que los recuerdos desfilen uno a uno delante de ti. Y te burles, te rías de ellos. Guardar el corazón en una botella en la nevera. Congelarlo todo. Congelarte por dentro. Comer arroz tres delicias con un chorro de vinagre, recalentarlo, recalentar lo que ya no tiene sentido. El microondas de la vida. Coger el teléfono, llamarle, que no esté al otro lado, y una grabación insista una y otra vez en que grabes un mensaje: Aquí ya no queda nada, quiero olvidarme de ti, Joel. Que la grabación se ría de ti y lances el teléfono por la ventana de la terraza. La taza de café, aún llena, riéndose desde el fregadero, volverte loca de tristeza. 

El pasillo que es una carretera en medio del desierto, la habitación es un túnel sin salida, y ni siquiera abrir la terraza y gritar sirve de algo. “Abre la persiana, suéltate el pelo, baila por el pasillo.” Convertir todo eso en un puñado de consejos estúpidos y hacer todo lo contrario. “Baja la persiana, córtate el pelo, encoge tu cuerpo y escóndete bajo las mantas.” Y que así pase el tiempo, que son unas hormigas que caminan por tu espalda y se esconden en tu pelo. Tic tic tac. No dejes que esto te mate. Eres más grande que la tristeza, eres más grande que nadie.