"Si me haces falta hoy, que una guerra va a estallar."


Todo parece tan fácil y sin embargo, tan lejano, tan efímero. Es como intentar atrapar un pájaro con las manos, imposible de abarcar, terminará volando, no está hecho para vivir en otro sitio que no sea el cielo. A veces, me pierdo entre mis propias lágrimas y me canso de estas luces azules, de esta navidad inventada, y solo puedo encogerme y esperar que pase la tormenta (aunque ahí arriba un sol lo alumbre todo). Y bailo hasta que me duelen los pies y sonrío hasta que se me olvida como hacerlo, y tengo ganas de que algo de verdad llegue y me arrase por dentro. En el buen sentido. Y que sea un fuego que dure, que no se termine cada vez que nos alejamos. Todas las estaciones de tren me hablan de ti. Conocí la ciudad del viento hace muchos años, cuando era fácil vivir, y la visitaba para escribir en las olas y hablar con el viento. Para volver en el último tren en silencio, sin dudas, con ganas.


Todo es tan efímero que escuchamos canciones de amor sabiendo que algún día serán de desamor y que las cartas que un día escribimos, con el tiempo se convierten en flores muertas. Y todo puede convertirse en silencio. Sólo tengo miedo, mucho miedo, de que un buen día vuelvas a irte, y me quede gris, llena de silencios, escribiendo antes de dormirme todo lo que nunca te diré. Tengo resaca de vida, de las copas que tomé ayer para olvidar que no somos los protagonistas de esa historia que todos los días escribo en tu espalda. Y esta mañana a las diez me despertó la vecina de al lado, que lloraba, y gritaba, “Vete, pero no me amargues más” y después de unos cuántos años casada con su marido lloraba, lloraba, y en el ascensor siempre sonríe, pero lloraba tanto que me estremecía en sueños. Supongo que hay días, extraños, en los que nos morimos por dentro, sin motivos. En los que resbalan lágrimas sin sentido que acaban perdidas en la ventanilla del tren, que está fría, como yo, como este corazón. Y necesitamos un cuento, una película, flores adornando la habitación, un buen libro, algo que nos haga volver a creer. Hazme volver a creer. Que nadie podrá con nosotros. Nadie.


"Por si acaso se trata de un suicidio 
o nos capturan y nunca nos vemos más, 
sólo quiero darte las gracias por haberte casado conmigo."
Moonrise Kingdom

.. la vida debería ser esto.


La pequeña muerte es cuando cierras esa puerta, y esta casa se queda impregnada de tu olor, y no puedo hacer otra cosa que extrañarte. Hace mucho que no escribo, que no lleno los márgenes de las hojas de palabras, que no tengo inspiración, y puede que sea felicidad. Porque sólo necesito prepararte la cena, poner las velas, colocar el vino, y esperarte, para ser feliz, para poder hacer de ese instante toda una vida. Porque se que te gusta cogerme en brazos y hacerme bailar por toda la casa, y se que nunca me dejarás caer, que amor es encender las luces del árbol de Navidad y sentarnos a contemplarlo. Que no necesito más que verte aparecer desde lejos con esa sonrisa nerviosa para saber que quiero estar contigo siempre. Y siempre, es siempre. Que tengo un collar de flores hecho de promesas, y un montón de postales de todos los países que visitamos, y arena de playa guardada en un bote en el fondo del armario. Porque diciembre somos nosotros, y la ciudad está preciosa llena de ángeles azules, y todo es mejor porque te tengo al lado. Y puede que esta sea una declaración, pero me declaro todas las noches justo antes de dejarte marchar. A veces es una caricia en el pelo, puede que un susurro, o una carrera para darte el último beso. Porque exijo que pongan un horario más en la línea de autobuses, para que no te marches siempre a las 22:53. Que es la peor hora del mundo. Que me gustaría quedarme a vivir en esos ojos tristes, pero llenos de vida, a rebosar.

Últimamente sólo se escribir sobre amor, últimamente nos pasamos las tardes comiéndonos a besos o merendando pasteles, y la gente se cree que estamos locos. Pero qué importa. Y a veces caminamos entre libros de segunda mano, imaginándonos por un loco instante que somos los protagonistas, en una desdichada historia de amor, declarándonos justo antes de saltar por el balcón: “Te habría querido toda la vida.” Porque sigues estando en cada uno de los fragmentos que leo antes de dormir, en los giros de la lavadora (¿Quieres mirar la lavadora conmigo?), en las sonrisas que me robas haciéndome cosquillas en los brazos. Porque no necesito más que la lluvia, tus manos, y que te acuerdes de mi cada vez que ves los gatos que viven enfrente de tu casa. Porque la vida debería ser esto.

“Si sobrevives, si persistes, canta,
sueña, emborráchate.
Es el tiempo del frío: ama,
apresúrate. El viento de las horas
barre las calles, los caminos.
Los árboles esperan: tu no esperes,
este es el tiempo de vivir, el único.”
Jaime Sabines