Feliz cumpleaños Joel.

Había una vez un chico increíble, con los ojos color Coca cola y la frente llena de sueños.
Era experto en sonreir y en convertir los momentos en increíbles. Nunca planeaba nada,
tan sólo se dejaba llevar por los impulsos del corazón, que por cierto, era el más puro que había visto hasta ese momento. Lo que más le gustaba hacer los domingos era correr por las calles, escapando del tiempo. Los lunes bajaba a la playa con su libro favorito y se perdía entre vidas ajenas entre salitre y arena. Le encantaba dormir en las camas de Ikea y ver como la gente se asustaba al pasar. Era un loco, un loco que adoraba vivir desde el primer segundo de la mañana hasta el último de la noche. Compañero de aventuras, de conocer habitaciones ajenas y colonizar mundos. En Italia me confesó que adoraba el Café Latte y nos hicimos íntimos amigos del té al limón. Compartimos días, noches, los mejores abrazos en los mejores lugares. Me encantaba su aspecto desaliñado y sus camisas de cuadros, sus vaqueros rotos por los que se colaban los mejores momentos del día. Me encantaban sus ojos mirándome escuchando cada una de las historias que tenía que contarle. Me regaló los mejores momentos de mi vida, los más mágicos, pasábamos los días entre matrículas de coche capicúas y cámaras de fotos de plástico que retrataban los besos más tiernos. Escapándonos de la rutina. Tengo que decir que sus mejores besos siempre eran entre agua de mar, mientras me enseñaba a nadar por si algún día tenía que escapar de las sirenas o de los tiburones. Había una vez un chico que tenía magia en las manos y en la mirada, un tal Joel que hacía a Clementine la más feliz del mundo.

Feliz cumpleaños Joel. Sólo tengo ganas de crear nuevos recuerdos a tu lado. Conquistar todos
los mundos. Besarte todos los días de mi vida.

Te quiero para siempre.

9.999

Los últimos días habían sido caóticos. Grises por la mañana y color otoño por las tardes. El verano se estaba terminando, y aunque seguía saliendo el sol en algunos corazones se nubló para siempre. El parte meteorológico anunciaba millones de días grises, ya que había entrado una borrasca por el ventriculo izquierdo, y era imposible una ola de calor. Recomendaban paraguas día y noche, sobre todo cuándo pisaras la habitación. Llueve demasiado en lugares cerrados, hay que tener cuidado. Los días de colores se habían terminado. Los besos en la playa, entre el agua de mar, en habitaciones secretas, alguien los había robado y metido en una cajita en el fondo del mar. Junto con las películas más bonitas del mundo, nuestros chicles favoritos y los mejores abrazos. El último año había sido increíble. Había conocido a un chico entusiasta de las películas, con camisa de cuadros y muchos sueños en la mirada. Sonreía sin sonreir pese a tener los ojos más tristes del mundo. Sabía dar los mejores abrazos en el momento perfecto. Aún sentía la sombra de sus brazos en la cintura, su respiración en el cuello suspirando por ser la última.

Tenemos que dar la vuelta al mundo de la mano y gritar en todas las montañas que nos queremos, con toda el alma. Todavía no conocemos todas las últimas filas del cine, ni hemos visto todas las películas entre besos. Tenemos que reirnos de la vida de la mano. Por si algún día quieres venir, tengo una lista con todo lo que nos queda por vivir. Aquí estaré, esperando, cogiendo con todas mis fuerzas este sueño que no hace más que escaparse entre mis manos. Habíamos dicho hasta dentro de diez mil años, y aún nos quedan 9.999.

*

Venga, ¿Coges ese avion conmigo hacia ninguna parte? Yo pongo la gasolina, una botella de vino y muchas ganas. Te prometo sonrisas, lágrimas, alguna que otra discusión y miradas a los ojos eternas. A mi sólo me gusta la gente loca, seamos dos locos en este mundo de cuerdos. Rompamos todo menos nuestros corazones. Cosámonos las heridas y que todo sea como comenzar de nuevo. Yo en tu pecho, tú acariciándome el pelo. Viaja conmigo por todos los países del mundo y vayamos tachándolos en nuestro mapamundi particular, hecho de sueños. Yo sólo quiero sonreir hasta que se me erice la piel, sólo quiero ver todos los faros del mundo, todos los mares. Conocer el silencio desde todas las puntas del mundo. El rugido del mar en los acantilados, su bella canción en las playas azules. Perderme en las estrellas por la noche y en las nubes por el día. Tremenda cabecita llena de pájaros. Y de todos los colores, por supuesto. Volar con la música callejera y la del andén del metro, escribiendo en servilletas las frases que nunca me atreveré a decir. Conocer almas sedientas de vida cada noche, olvidarlas al día siguiente. Yo lo que quiero es viajar por la vida sin billete de vuelta. ¿Me acompañas?

Voy a inventar un plan..

Siempre me gustaron las mañanas alegres, con un poco de música y bailes por el pasillo. Dispuesta a comerme el mundo desde primera hora de la mañana. No hay nada mejor que un respiro después de unos días grises. No tengo motivo por el que estar triste porque he navegado por los mejores cielos y surcado todos los mares. Ahora sólo deseo que me des un beso tímido en los labios, y después me mires a los ojos, queriendo quedarte a vivir en ellos. Y me quieras un poquito, con tus manos, con tus sueños, me cojas de la mano para caminar por cualquier calle. Se que la vida a veces se da la vuelta y puedes aparecer en la luna o en Marte. También se que esos giros son necesarios para que la vida siga su curso. Ahora estoy dispuesta a todo. Puedes pedirme que baile para siempre, o que me escape corriendo. "Voy a inventar un plan para escapar hacia delante, aunque no lleguemos a ninguna parte" Tu sólo sigue mis pasos. Las primeras directrices del plan son:
- Sonríe sin pensar en nada más.
- Dame un beso.
- Déjate llevar.
Y si aparecemos en la luna, mucho mejor.

*


Existe un mundo en el que soñar está de más, lo primordial es escribir la lista de la compra con buena letra. No vaya a ser que te olvides el pan, y a ver cómo comemos después. Es importante clasificar los papeles en carpetas, no vayan a perderse, y los sábados por la mañana frotar bien los cristales de la cocina. No puede haber platos en el fregadero, todo pulcro y ordenado. Los cubiertos han de estar colocados perfectamente alrededor del plato y la raya del pantalón planchada de arriba a abajo. Existen normas para todo, como comes, como vives, como sueñas, ah no, que no se puede soñar. Yo quiero romper con todo, soñar hasta que me duelan los ojos y vivir cada día cómo si fuera el último. Vivir cada día en un lugar diferente y que sólo importen los atardeceres. El mar, los faros, los gatos, las flores, la vida. Olvidar las apariencias, la moda, despeinarme para que más tarde me despeine el viento del mar recordándome que estoy viva. Despertarme cada día con un nombre, y escapar con un descapotable con mi número favorito en la matrícula. Soy un poco Pippi Calzaslargas porque me encantaría viajar en globo, tengo un poco de Momo por las historias sobre el tiempo. Clementine y su locura que le hace cambiar de color de pelo. Amelie cuándo desea hacer feliz a la gente que le rodea. Soy mitad gris, mitad de colores, lloro y río a partes iguales pero siempre lo hago con el corazón. Voy a ir a dónde me lleve el viento, y si tus manos me cogen me quedaré para siempre entre tus (a)brazos.

La casa vacía y el alma desocupada

"Un día entro en una casa vacía. Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño, preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego al golf en el jardín de la casa. En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale nunca y que llora. Le muestro mi soledad. Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos vamos sin decir ni una palabra. Mientras elegimos una casa en que vivir, nos sentimos cada vez más libres. En el momento en que parece que nuestra sed de libertad se ha aplacado, nos quedamos atrapados en una casa oscura. Uno de los dos se queda en una casa hecha de nostalgia. El otro aprende a convertirse en un fantasma para esconderse en el mundo de la nostalgia.

Ahora que soy un fantasma, ya no siento deseos de buscar una casa vacía. Ahora me siento libre de ir a la casa en la que vive mi amada y besarla. Nadie sabe que estoy allí. Excepto la persona que me espera… Siempre llega alguien para la persona que espera… Llega, seguro… hasta para la persona que espera…

Este día del año 2004, alguien abrirá el candado que bloquea mi puerta y me liberará. Confiaré ciegamente en esa persona y la seguiré a donde sea sin que me importe lo que pueda suceder… Hacia un nuevo destino…"
Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad.»

Kim Ki-duk - extraído del guión de la película Hierro 3

*

No hay nada más triste que el mar cuando está gris. Todo se contagia del mismo color y la Tierra termina por parecer un planeta desconocido. Ni las niñas llevan zapatos rojos, ni los payasos sombreros de alegres colores. Una enorme cuchara nos vacía por dentro quitándonos lo poco que nos hace feliz por las mañanas. Un café amargo y frío, unos pasos que no saben hacia donde ir, un camino que se desdibuja con el letrero "Hacia ninguna parte". Esta vez, ninguna parte es un lugar donde no existe nada, ni mundos mágicos, ni Neverland, sólo vacío. Todos los sueños que estaban presos en las estrellas fugaces se murieron porque se alimentaban de azul cielo. No se escucha el sonido del mar, alguien consiguió silenciar su rumor feliz. Las olas apenas se mueven, la tristeza las atrapó para siempre. Es como si los hombres grises de Momo hubieran capturado el tiempo de nuevo sin que el maestro Hora pudiera hacer nada. Pianos inconformistas, acordeones en medio de la calle tarareando canciones grises. El mundo se derrumba bajo nuestros pies y sólo podemos hacer una cosa, escapar a cualquier otra parte. Cambiar de pais, de planeta, dónde la tristeza no nos persiga. Donde podamos hacer lo que nos de la gana con el tiempo. Yo seguiré con mis días, mi café en la ventana, mis paseos solitarios, hasta que decidas que la vida es mejor conmigo. Otros sueños visitarán tu ventana, picarán a tu puerta, pero nada fue más real que lo que tuvimos en nuestras manos, recuérdalo siempre.

*

Hay días tan tristes como una despedida en la estación, como el llanto de un niño que ansía un abrazo. Mientras el alma se desborda por la bañera los ojos se parten en mil pedazos. Estoy harta de terminar y empezar de cero, odio los finales abiertos y siempre preferí un final dramático a "Imaginate el final". Todos los finales son tristes por el hecho de ser finales, sentencio. "La ciudad en tu ausencia seguirá creciendo, devorando vidas, haciéndolas humo. Otros cumplirán los planes que trazamos, que no terminamos, haciéndolos suyos.."
No tengo hambre desde que sólo devoro recuerdos, estoy llena de sal de mar, de sal de lágrima. Clementine es más Clem que nunca, y odia la distancia y anhela abrazos. Estoy cansada de echar a correr para olvidarme que mi vida es mi vida. Por unos días me pierdo en otras vidas, en otros sueños, pero al volver a la realidad nadie espera. La casa solitaria, la nevera vacía, el aire cargado de recuerdos. Me acuerdo cuándo era pequeña y me perdía en las calles repletas de gente perdiendo de vista a mi padre, en ese momento algo me invadía por dentro y no era capaz de hacer otra cosa que llorar. Hasta que su mano me rescataba de nuevo. Tengo la sensación de que esta vez ninguna mano me rescatará de entre la gente. Ya no siento este lugar como mío, ni las calles, sólo quiero que algún atardecer me atrape y quedarme a vivir allí para siempre. Escuchar Damien Rice hasta encontrar algo que me llene, atraparlo y no dejarlo escapar nunca. Ni te imaginas lo que te echo de menos..

"Nos sentábamos en la cama mirando la televisión. Ella decía: Cariño, cuando todo lo mío se derrumbe algún pedazo acabará dándote a ti."
"Los días son a veces tan tristes que sencillamente no merecen la pena. No merece la pena correr, ni esperar, ni vigilar. Días tan tristes que no merecen ni un esfuerzo, ni el más pequeño movimiento. Los días así hay que dejarlos correr, como los trenes nocturnos."
Ray Loriga.

Crónicas del cielo



































Los viajes que comienzan con girasoles siempre son especiales. Puedo decir que estos días he reído desde que me he levantado hasta la hora de dormir, he jugado con la vida, y he sido muy feliz. Las estrellas fugaces desde el asfalto, los atardeceres en aquel colegio, solitarios, pero especiales, buscando lo que me faltaba al otro lado del sol. Me colgué de los cables que guiaban los atardeceres desde el autobús, perdiéndome poco a poco para terminar desapareciendo en algún color amarillo-azul. He sido testigo de Madrid desde las alturas, viéndolo en todo su esplendor. Perdiendo y recuperando trocitos de alma en cada paisaje, en cada momento. Me tumbé a capturar sueños mientras atardecía sobre mis manos. Intenso, muy intenso. Entre las noches, las mañanas, los paisajes y los sueños, viviendo con todas las letras. Solo concluyo una cosa, la vida hay que vivirla al máximo y no existe cosa mejor que levantarte sonriendo, seguir haciendolo durante el día y acostarte sabiendo que no podrías ser más feliz.