Lo que dice mi silencio.

Todas las despedidas son tristes, después de haber compartido un café en la mesa de siempre. Después de habernos enredado en el hilo musical y navegado por algun mar inventado. Después de tener tu sonrisa a dos milímetros de la mía creciendo, acercándose cada vez más al colchon. De que tus brazos me escondan del mundo exterior y quiera quedarme
ahí para siempre. ¿Donde querrías estar ahora? Aquí. Para que esperar 25 años suspirando como en aquella película. Que miedo da sentir y cuantas hormigas pasean por mi estómago. Si la última fila del cine hablara te contaría en silencio todo lo que dice una mirada. Esta mañana el sol me dió los buenos días y sonreí. El cielo está azul. Las estrellas que no hay en el cielo las tienen tus ojos. Después de hacerme sonreir como nunca probamos a encontrarnos bajo las sábanas de una cama desconocida y me quedé casi dormida. No encuentro mejor momento para decirte con silencios lo que mis labios no se atreven a decir. Descifra mis silencios porque en ellos lo digo todo. Mírame a los ojos y piérdete conmigo. Quizá en unos días amanezcamos juntos con olor a salitre, y nos demos los buenos días con miradas de mar. Es posible que salte por el pasillo de esa casa con mis zapatillas nuevas de lunares. Que me cuelgue de tu cuello y no te suelte en más de 24 horas, puede que nunca te canses de tenerme cerca.. puede que cenemos ojos y labios, o un buen plato de arroz. Puede que por la noche paseemos contándonos historias, y recordemos aquel amanecer multicolor donde hace más de dos meses te conté gran parte de mi vida. Y sigas escuchándome, riéndote conmigo y diciéndome : yo sólo quiero hacerte feliz si me dejas. Y yo te dejo, como no te voy a dejar..

Despertar con olor a mar, que ganas de tenerte cerca.

Hasta dentro de diez mil años.

Existe un lugar donde puedes servirte la cantidad de café que desees y cuantas veces quieras. Dónde todo está lleno de colores y los cocodrilos llevan mochila y vestido azul. Los armarios son de cuento, las camas las mejores y está todo amueblado acorde con los sueños de cualquiera. Si miras arriba sólo ves cielo azul. Si miras abajo el suelo se convierte en poesía. La contraseña para abrir cualquier mundo es : te querré hasta dentro de diez mil años, y nada caduca. La alegría es eterna, y si coges a alguien de tu mano es para siempre. No tienes que deshacer y crear nuevos recuerdos porque tan sólo existe el presente. El mejor. París es una habitación y el mar sale por el grifo del baño haciéndote soñar más que nunca. Si quieres puedes vivir al lado de un faro o lejos de la multitud, afuera todo serán gritos mientras tú sólo gritas por dentro felicidad. Que estalla, se contagia por el mundo y convierte todo en sonrisas al revés. Sonrisas con piernas que corretean por el mundo. Perdona si no soy capaz de planear más allá de un par de meses, la vida me enseñó a vivir el día. Y todos son especiales. No importa si la gente nos mira extrañada si una araña gigante me ataca en medio de un centro comercial. Tampoco que últimamente sólo vea películas japonesas, sus protagonistas están aún más locas que yo.. y sería capaz comprarte peces todos los días y llenar tu pecera sin que tú te enteraras. Mirarías extrañado, y le preguntarías al despertador si fue testigo de algo, porqué se retrasa, y si tiene algo que ver con la tristeza. Quizá te responda: Llevo mucho tiempo deseando parar el tiempo y creo que lo estoy consiguiendo. El misterio de los peces es otro tema. Hay una extraña mujer que se cuela y salta encima de tu cama imaginando una vida contigo. No hace falta que me regales un cocodrilo con mochila, ni que el café sea interminable, tampoco a donde vayamos porque cualquier lugar donde estemos será París. Los parques celebran el día del amor, los bancos abrazan a las personas que tienen encima, los árboles siempre señalan el infinito.. Y por mucho que me empeñe en ser pesimista, sonrío como nunca. Quizá esto no tenga fecha de caducidad. O sí pero dentro de diez mil años..

Los miércoles de lluvia.

Hay un satélite que lleva nuestro nombre y nos manda bonitos deseos cada noche que le vemos. Ilumina y siente cuando nosotros sentimos, y llora cuándo se nos encoge el corazón. Es lo único que se ve desde este cielo, y nadie sabe que es nuestro. Hay bancos testigos de los sueños que dejamos mientras nos arrancamos la piel a mordiscos, y sabores que dan vueltas por nuestro paladar. Felices. Hay manos que llegan a tocar el alma y palabras que avivan la alegría. Buenos sentimientos y sentimientos verdaderos. El beso de antes de subir al autobús y el que te mando desde la ventana. Gente loca que anuncia en el periódico todo lo que le sobra en casa, yo ya no quiero vender mi corazón.. Quizá prestarlo si lo sabes cuidar. Yo colecciono recuerdos y nunca se me ocurriría anunciarlo en el periódico. "Se venden imágenes del mar con caricias olvidadas, o las calles de Oviedo más bonitas que nunca de su mano" Prefiero regalar momentos y crear nuevos recuerdos. Se regalan sonrisas bajo la farola, miradas brillantes directas a tu corazón. Se prestan los dedos de mi mano por si te apetece cogerlos, así no me pierdes entre la gente. O no me pierdes. Se hacen todo tipo de arreglos, estoy dispuesta a coserte sonrisas hasta la saciedad.
No quiero miradas tristes. Quiero que desayunes con una taza llena de colores y te acuerdes de mi todas las mañanas. Que pierdas el paraguas pero no te pierdas. Que seas siempre tú. Y te siga gustando la lluvia y pasear por las calles de una ciudad olvidada, que seas un cinéfilo, adoro las frases de película "Si no me besas ahora me pongo a gritar" Yo te mataría por venir sin avisar, sin libro de instrucciones, volviendo mi mundo patas arriba. Espero no tener que colocar uno de esos anuncios en el periódico regalando mi corazón. Los gatos tienen 7 vidas y mi corazón va por la séptima. No aguantará otra sacudida. Por algo está escondido en una cajita que pone Fragil muy al fondo. Por eso intenta disimular lo mucho que le gustaría decirte.. que lo diga el tiempo.
Adoro los miércoles de lluvia. Solo eso.

Volar.

Pompas de colores llenando el cielo. Pasear por las nubes sin destino alguno, seguir la vía del tren de los sentimientos hacia donde el aire nos lleve. O la lluvia. El café de medianoche sabe aún mejor que el de la merienda, y la gente pasea ajena a lo que pasa por el mundo. En Oviedo no hay estrellas, pero en una calle hay una fila de bombillas azules que podrían recordar cualquier noche estrellada. Clementine salta por las calles ilusionada, y se pierde en sus historias. Te cuenta las veces que sonrió, las veces que lloró y porqué lo hizo. El nombre de sus gatos, su color favorito y el miedo que tiene a vivir. Escribió tantos sueños y los dio por perdidos que tiene miedo hasta de ponerle el título al siguiente. Perdió el corazón por las calles tantos días de lluvia, buscó las estrellas por el cielo sin encontrar nada, miró por la ventanilla del tren queriendo desaparecer.. Vivió pendiente de otro corazón que no supo abrazar el suyo con suficiente fuerza. Hubo una temporada en la que no le saludaban ni los gatos. Todas las fotografías eran en blanco y negro. Y sólo tenía ganas de vivir, de volar. Las tardes eternas, los paseos solitarios imaginando la vida de las personas que se cruzaba. Y entre tantas historias, te cuenta que ultimamente se nota tranquila, feliz. Sabe que lo que tenga que ser, será, y se esfuerza por alzar el vuelo entre las calles grises de su ciudad.. hasta lograr tocar las estrellas. Aunque sean las artificiales. Para ella son estrellas. De repente en la ciudad todo tiene colores de fiesta. Le saludan los mimos por las calles dandole un beso en la mano y un caramelo. La música empapa sus oídos y la gente baila. Se respira felicidad. Clementine está segura de que todo lo que pasa es por algo. Algún día habrá estrellas de verdad en este cielo, los gatos le saludarán de nuevo y tendrá el corazón lleno y saliendole del pecho con cada diástole. Por el momento, las calles tienen colores y eso la hace muy feliz.

Mapa de los sonidos de Oviedo.

Acertamos a soñar porque es lo poco que nos queda. Entre el silencio de la noche, cuándo la ciudad duerme y sólo pasean cuatro personas por la calle se hace todo un poco más fácil. No hay coches contaminando el silencio. Casi se puede comparar con la calma que te da el mar, pero un poco más gris. El asfalto está lleno de emociones, y de insomnio en las pocas ventanas en las que queda luz. Algunos ven películas, otros intentan encontrar lo que perdieron mirando las farolas de la calle. Si adivinas la película que se escucha tras la ventana de aquel que no puede dormir, te doy un beso. Y si no, también. En las escenas del cine está la soledad de alguien que no sabe vivir sin ella. Las escenas de sexo en la habitación de un hotel que parece un vagón de metro. La música en los oídos en cada viaje, pensando en dios sabe qué. Si nuestra vida fuera una película ese momento sonaría La Vie en Rose de fondo. Porque hay momentos que están muy lejos de la realidad y más cerca que cualquier sueño. Y son los que nos hacen vivir. Aunque nos de miedo, y sintamos mariposas imaginando un futuro. Porque hay segundos que te atrapan por dentro y son los responsables de que nos brille la mirada. Las pequeñas cosas. El silencio en medio de la noche. Volver a casa sonriendo. Y ¿qué me dices de enredarte en las piernas de alguien y luego no saber soltarte? Grábame mientras sorbo el café y dedícate a escuchar mi respiración cuándo me extrañes, sentado en tu habitación mirando hacia el techo. Algún día comeremos en un cementerio disfrutando del silencio. Por el momento, las calles de Oviedo no están tan mal. Los barrenderos sonríen, la gente pasea, y todo está sumido en un profundo silencio. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba algo así..

Corazones medio llenos, o medio vacíos.

En las películas parece todo tan fácil, el beso de despedida se da en el tercer escalón de la escalera de casa y es fácil. Muy fácil. No hay medias tintas, o tintas y media. Cuándo se siente se siente con todas las de la ley y el protagonista es capaz de darle la vuelta al mundo por ella. Y ella haría lo mismo, y le recibe con los brazos abiertos en el aeropuerto. Sonriente. Feliz. El mundo se confabula para que la historia de amor salga bien, y la recuerden toda la vida como la más especial. En la vida no es así. Cuándo tu sientes, la otra persona no siente o prefiere olvidar. Cuando alguien se enamora de tí tú no te ves capaz de darlo todo. Y así vamos viviendo, olvidando y rehaciendonos por dentro. Recomponiendo los pedacitos que se llevan algunos, recogiendo lo que nos dan otros. Tal vez sólo se trate de comprender que la vida no es una película. Los hoteles de segunda clase con la escalera de madera y pared de terciopelo sólo están en tus sueños. Los gatos callejeros que sonríen cuando pasas están en tu imaginación. Absorver el mar de todo el universo y meterlo en una botella es un imposible. Los corazones suelen estar medio vacíos, o medios llenos pero de lágrimas. Las casas antiguas nunca albergaron las historias que imaginas. La gente solitaria que viaja en avión nunca tiene a nadie esperándole cuando llega. Los besos que se dan entre el agua de mar terminan deshaciendose en el infinito. Se hacen invisibles y vuelan hacia un lugar secreto. Que nadie sabe donde está. Los corazones dibujados en la arena se deshacen en la ola siguiente. Los deseos de las estrellas fugaces tienen una lista de espera de 250 años, nunca llegaremos a cumplirlos. Todo lo que llega, acaba yéndose. Todos los momentos acaban pasando y terminas tú. Sola. Mirándote por dentro y hacia el infinito a la vez.
Preguntándote en que punto del camino escogiste el equivocado, con qué piedra tropezaste, cuántos deseos echaste a perder, cuántas veces cosiste tu corazón.. y te das cuenta de que cada vez te quedan menos hilos. Que caminas en blanco y negro, y crees cada segundo un poco menos en las películas.

En ese paseo ocurrió la historia de amor más bonita del mundo. De película. Tan irreal que quizá nunca sucedió.

Summertime


































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Ribadesella, Madrid, Málaga, Barcelona, Salou... y el mismo sentimiento de armonía al ver cada amanecer y cada atardecer. Las olas que siempre me traen los mismos pensamientos, y la sonrisa que no se despegó de mi cara ni un sólo momento este verano.
Gracias.

Todo era posible.

Entre historias imposibles, las que intentan hacerse realidad entre el ir y venir de los días y las que sobreviven bajo los raíles del tren.. contaban la historia de una niña que quería crear su propio mundo. Lo intentaba día y noche, cogía elementos del mundo real y los colocaba patas arriba en el suyo. Allí bajo un puente al lado de un estanque de ranas, todo era posible. Las mesas caminaban, pero no con las patas. Los servilleteros de los bares bailaban swing y el café sabía a lo que tú quisieras. Café, hoy quiero que sepas a sonrisa, mañana a chocolate y pasado a él. Nadie necesitaba vestirse a la moda, la moda eran los colores. Todos estaban vestidos de colores. Las ranas jugaban al salto de la rana, y ganaba la que más alto saltara, los caimanes aplaudían con los dientes. Los gatos habían colonizado los tejados y usurpado pequeñas casas hechas a su medida. En los buzones, el nombre de cada uno. Se escribían cartas con los bigotes y viajaban a París con un billete que sacaban en una ventanilla de la luna. Volvían llenos de amour y se relamían las entrañas de lo felices que eran. Las personas se sentaban como los indios en sofás de terciopelo azul, tomaban cafés con sabor a.. y dibujaban lo que querían que se hiciera realidad. Con los ojos cerrados aparecías en una isla desierta con demasiado calor. Al segundo siguiente, en el mejor pueblo de vacaciones de la costa con un batido en la mano. Los recuerdos bonitos podían revivirse. La música estaba muy presente. Músicos callejeros, sabios de otro tiempo, trovadores, magos, haciendo el mundo un poco más bonito. La niña había conseguido reunir todo lo que le hacía feliz. Recuerdos bonitos, viajes en el tiempo, gatos soñadores, música callejera, colores, muchos colores, café con alegres sabores.
Felicidad en estado puro, atemporal.

Pero fallaba lo más importante, había días en los que no sabía como llegar a ese mundo y se hundía en el mundo real. Aquí la gente no viste con colores, los gatos no te miran al pasar y ya ni sueñan, solamente viven. Aqui nadie sueña. Nadie. Y ella quería seguir haciendolo con todas sus fuerzas. Tenía miedo de ser otra persona gris, de olvidar para siempre el mundo que había creado. Que no vuelva más a saber en que ojos tiene reflejado su destino, y que entre sus entrañas sólo encuentre miedo.. Y donde estará lo que le erizaba la piel...

Hoy quiero un café con sabor a viaje interminable.