Escapar sin fecha de regreso.

Me miraba en el espejo, y veía como me agarrabas por la espalda, de las mejores sensaciones de mi vida.. y yo sin saberlo. Como tantas otras cosas, que justo ahora no tengo. Nos encádenábamos a las estrellas y gritábamos por dentro cada vez que había una curva. Te enganchabas a mis curvas y me dedicabas todas las miradas del mundo. Todas eran mías. El movimiento de tus manos, tus labios, las noches, los "guapa". Recuerdos, sólo eso. Mis pies apoyados en la pared, los viajes en tren hasta otros mundos a ver la luna desde el mar. La música en un oído y el mar en el otro. Paredes que hablan y cuentan cuentos, ciudades que hablan en voz baja. Noches en silencio. Noches amarillas, esas que no tienen estrellas, y tú y yo pintándolas en el suelo. Enormes, como los corazones que ansían sentir o sienten demasiado sin quererlo. El sal en nuestra piel, y alguien que se queda con puñados de sal en sus manos a base de caricias. Dónde estará ese mundo, el de los imposibles que se consiguen.. donde habrán quedado tus sueños. Se deshicieron con el ruído del avión el día que me fuí. Con el último abrazo echaron a volar y ahora no se sabe su paradero. Los detectives aún no encuentran sueños, pese a que se los describa minuciosamente. No aceptan buscarlos, quizá porque saben que de vez en cuándo desaparecen y no se vuelve a saber de ellos. Los míos están escondidos, entre las fotos que sacamos y las que quise sacar a tu lado. Entre los besos que te dí y los que tenía guardados para darte. A veces, logro verte, cuándo una de tus canciones aparece sin avisar. Cierro los ojos, estás a mi lado. Tarareándola sin darte cuenta y mirándome. Acariciándome el pelo, como tanto me gusta. Dónde estarás tú. Si pudieras escucharme cada vez que grito en silencio..


Quiero emociones que vayan a 200 km por hora, y que no toque parar nunca. Que no haya aviones de vuelta. Escaparme de las horas para nunca volver, que tú seas mi horario. Soñarte, pero mirándote a los ojos. Perderme en ellos, y no encontrar el camino de regreso.

Y tú que (me) quieres..

Tormenta en los ojos.

Truena demasiado, la taza de café tiembla y la cuchara emite un sonido que asusta. Aquí, en el pais de los deseos imposibles y sueños que no se cumplen está cayendo más agua que nunca. De los ojos a las manos, y al revés. Del pelo a las uñas de los pies el mayor terremoto, yo sólo quiero temblar en tus brazos. Será culpa de los domingos, que si encima llueve se hacen más nostálgicos. Cuento días hacia atrás y hacia delante, pero no me muevo del sitio. Voy añadiendo horas vacías a la libreta de momentos felices. Resto tristeza e intento sumar sonrisas pero no me salen las cuentas, algo falla. Será que te echo de menos, que la tormenta está en mi corazón y no tengo respuesta cuando grito al aire. Será que aunque me pierda por las callejuelas y beba hasta olvidar lo único que hago es recordarte más. Rabia, sangre que bombea por dentro. Queríamos cambiar el mundo y el mundo se olvido de nosotros. Lánzamos preguntas al aire y sólo nos contestó un eco perdido que andaba buscando algo que hacer. Ahora es cuándo me gustaría uno de esos besos bajo la lluvia, y gritar por las calles vacías lo mucho que desearía estar a tu lado. Cuándo te escribiría una carta con las letras húmedas y torcidas, que solo pusiera : Quiero ser una parte de tu vida. Los trenes se pierden, no los pierdes tú, se pierden y no logran encontrar el camino de regreso. Y te pones a esperar en la estación, contando los minutos para que venga sin darte cuenta de que nunca pasará de nuevo. Mientras tanto, la gente pasa sin mirarte a los ojos, sin darse cuenta de que esperas a la nada. Sirena perdida en medio del asfalto, que cultiva el amor por lo perdido. Que busca sin cesar entre los faros de los coches una luz que no sea artificial. Y en un muro la frase que le diga, algún día alguien te hará la más feliz del mundo. Cuándo era pequeña, y no aguantaba cómo la gente chillaba me escapaba corriendo hasta el bosque. Aunque fuera de noche, no tenía miedo. Me sentaba, abrazaba las piernas y lloraba pidiendo que alguien me salvara. Yo sólo quería que alguien viniera en mi busca, me cogiera de la mano y me hiciera volver a casa. Que me abrazara antes de dormir, me tapara, y me dijera buenas noches. Y hay cosas que por mucho que pasen los años, no cambian. Y aquí ya no hay nadie que me salve..

Huídas y vuelos.

Me sumerjo en mil mundos. Los libros pierden los papeles igual que las personas que gritan demasiado para sacar algo que les mata por dentro. La música logra amansar todos los sentimientos que quieren explotar dentro de mí. Y lanzarme al aslfalto corriendo hasta perderme para no volver. Que algún coche desconocido me de las luces, me ilumine ya que nada lo hace en estos días, y escapar con su conductor desconocido también. Contarle mi vida entera, en prosa y verso, y entre medias unas risas por la situación. ¿Sabes que le diría? Que llevo toda mi vida queriendo quedarme al lado de alguien mientras todo el mundo huía. Y que siempre me quedaba sola. Que cosas. Y que el mar en invierno es tan horrible como nostálgico, y claro, yo había nacido para ser feliz, tenía un sentido extra que me hacía valorar las pequeñas cosas y esperando algo, ese sentido se cegaba. No puedo dejarle, tiene que seguir asombrandome el sabor a café todos los días. También le contaría que al día regalo dos mil sonrisas, no las cuento pero son muchísimas. Creo que la gente debería sonreir más. Pase lo que pase, quedan cosas por las que luchar. Le diría mi secreto: adoro el color del asfalto por las noches, y eso nos haría complices de algo, complices de un secreto que ahora ya sabeis. Ahora vosotros sois mis complices también. Tengo unas ganas alocadas de huir en medio de la noche, y que ese desconocido seas tú. Mi desconocido más conocido como yo digo. Aventuras, música de fondo y besos interminables. El mar viéndose desde el coche. Quizá nunca pase, intentaré no soñar más de la cuenta, el vaso siempre termina medio vacío y yo ahogándome entre ese agua. Que pena que nunca aprendí a nadar, y menos aún entre tristeza. En cambio, de volar se un rato, se que volé a tu lado, que no aconstumbro a volar sola y ya nadie me coge de la mano. El cielo es tan inmenso si no tienes con quien cruzarlo, las horas interminables.. Recuerdo una noche hace mucho tiempo, muy lejos de casa, sentada observando, ese día no sabía que sería muy recordado. Esa es la pena de los momentos felices, en el momento no sabes que lo recordarás toda tu vida, y que se te parara el corazón cada vez que lo hagas. Esa es la rabia de las sonrisas de fotografía. Instantaneas, y congeladas. Seguiré luchando para que el corazón me de un vuelco, me aburre pasar por la vida sin hacer ruído. Y si no huyo contigo, huiré en solitario hasta que encuentre una de esas señales..

Creo en los fantasmas
Terribles
De algun extraño lugar
Y en mis tonterias para
Hacer tu risa estallar

Y gritar, pero por dentro.

Calles largas, cielos grises, lluvia empapando los tejados. Globos de colores de la mano de algún niño, que aspira a volar cómo ellos. Surcando los cielos grises y llenándolos de color. Música en la calle que sale del corazón de un viejo saxofón, que tiene más años que alegrías. Cómo el que lo toca, que tiene en el corazón más lagrimas que sonrisas y conoce bien las callles grises. En el viejo bar de la esquina, un hombre ahoga sus "nunca y jamás" en un litro de vino. Cuánto más bebe mas sonríe, logra matar por minutos todo lo que le ahoga día tras día. Se ahoga en sus días y renace en sus noches, la triste historia de todos los días. En el fondo de la calle una pareja habla, cada uno bajo un paraguas. Con lo bonito que es cobijarse de la lluvia bajo el mismo y acercarte cada vez más, que la lluvia está muy fría. Recuerdos de calles inmensas con ilusiones a voces. De aquella, el corazón sonreía y no latía para el colchón, latía para otro corazón. Se comunicaban en un código que sólo ellos conocían, parecido al tic tac de los relojes pero lleno de sueños. Poemas en el fondo de los vasos, estelas de aviones, miradas tristes, lluvia y asfalto haciendo el amor. Algo tan increíble cómo genial,como lo nuestro. Cómo cuándo una canción te hace estallar de felicidad o de tristeza. Tan intenso cómo la adrenalina de una montaña rusa, vueltas y vueltas y el corazón que se escapa por la boca. Y la boca es una sonrisa congelada, el viento es demasiado fuerte. Y lo congela todo. En una terraza, alguien lee el periódico esperando encontrar el titular de su vida : Hoy serás la persona más feliz del mundo. Y no será publicidad engañosa, no hay ni números de teléfono a cobro revertido ni una advertencia de: esto es solo un anuncio. Pero no encuentra nada, entre política y sucesos aparecen anuncios por palabras de gente solitaria y venta de pisos. Pisos que necesitan cambiar de sueño, que están limpios de todo lo que vivieron. Solitarios que tachan en el calendario los días que llevan sin besar a alguien: infinitos. Y las ganas que tienen de amar: infinitas también. Y rutina. Rutina que te congela por dentro, sonrisas congeladas almacenadas al lado del dentrífico, esperando ser estrenadas. Escapadas en mis sueños. Tocar a tu puerta y besarte hasta caer rendidos. Hacer el amor a fuego lento, hacerlo reventar como cuándo pinchas un globo. Amarte, y dejar de hablar con mi colchón de todo lo que habríamos sido, que está harto de mis latidos a destiempo. Que si me descuido, me nacen corazones bajo el colchón en forma de lágrima..

y eso, que te quiero, joder. Con toda mi alma, como siempre y como nunca.

Corazones en blanco y negro.

Me gustaría que me regalaras una sonrisa enorme. Que viniera en un paquete sin remite, y que yo adivinara que es tuya. Y guardarla en el almacén de sonrisas enormes. Y deleitarte con una aún más grande. Que me abrieras tu corazón y me dijeras si yo estoy dentro, o lo estuve y me escapé. Si serías capaz de pasar los días en el sofá conmigo. O si escaparías de mi mano, sin soltarla. Si volarías conmigo sin moverte del sitio. Yo te quiero porque me hiciste volar sin tocarme, sin verme. Y seguirán pasando los días y tú seguirás perdido en mi corazón. Dando vueltas en espiral. 17 días y mi corazón es tuyo. Si eso no es magia, es que la magia no existe. Mi sueño, mi ultimo pensamiento antes de dormir. El último que me pintó sonrisas y me hizo sentir la chica más especial del mundo. Dos almas perdidas que se encontraron sin buscarse. Y cuándo sus cuerpos chocaron salieron fuegos artificiales. El cielo se empapó de felicidad y no importaba si mirabamos hacia el norte o hacia el sur. Ni las horas, ni los días, sólo tenía un deseo: no separarme de tí. Y un aeropuerto lo hizo y yo quise matarlo. Y otro volvió a hacerlo y ya no sé
si habrá mas días compartidos de principio a fin. Recuerdo quién hacía el desayuno, y la cena. Que me salvaste, que no querías que hablara alto y aprendí a susurrar. Que me tiré de la cama para demostrarte mi amor y que ahora cogería un avión para volver a demostrarlo. Y me pierdo en tu silencio. También recuerdo los besos nada más despertar, y que nos costaba despegarnos. Y no sé si tú recuerdas. Me costó muy poco desprenderme de la ropa y quedarme sólo vestida con amor, con el amor de tus manos. Pero ya no vivimos en el mismo planeta, tu corazón quizá no se acuerda de mí. Y aunque el mío grite tu nombre el tuyo está demasiado lejos. Y de la rabia quise romper el cielo y empezó a llover. La lluvia nos inundó por dentro. Yo sigo aquí. Te quiero como el primer día.

Desde que te soñaba mirando al mar cuándo aún no sabía que lo veríamos juntos..

Salida de emergencia.


Cortocircuitos por dentro. Nadie dijo que era fácil escapar de tus sueños, y la salida de emergencia siempre está cerrada. Y aquí no hay ni incendios, ni accidentes, ni nada que haga que se abra. O quizá los hay pero siempre por dentro, y nadie se entera. Sigo leyendo el horóscopo todos los días por curiosidad, y nunca me dice corre a por tus sueños. Un día me habla de problemas de salud y al siguiente de oportunidades laborales. Nunca me habla de tí. Ojalá pudiera escribirlo yo. Y de paso, escribir mi destino. Y dibujar como los niños pequeños una casa grande, con un columpio y dos niños grandes dándose un beso. Con nuestros nombres encima por si queda alguna duda. Los dos sonriendo, las muecas tristes no aparecen si estamos juntos. Aunque sea un dibujo. Las escaleras son muy largas, y duele subirlas porque arriba nunca hay nadie esperándote. Pero tengo sonrisas reservadas para los días duros, que me gustaría enseñarte apoyada en tu pecho. Y enseñarte también las palabras que aprendo y las que invento, algún juego olvidado y cada uno de los sueños que tengo contigo. Leerte fragmentos de libro en los que aparezcas tú. Encontrarte leyendo historias de amores, sonreir siempre de corazón al recordarte. Nadie dijo que iba a ser fácil. Y te me apareces por todas las esquinas de mi vida. Parece que siempre estuviste en mi corazón porque no hay quien te arranque del pecho. Voy sin musa y con el corazón a voces, y ya sabes lo que grita. Los pies en el cielo siempre, así me va. Que me choco con nubes repletas de agua que me aguan por dentro. Y salto charcos, y veo nostalgia. Y recuerdos, felices. Que son los peores. Cuándo encuentre como bajar a la tierra dejaré de soñar. Quizá en el cielo también haya salidas de emergencia. Quizá te encuentre en uno de estos paseos interminables por mi cielo, y me vuelvas a decir todo lo que me dijiste aquel día. Y yo sonría más que nunca. O puede que no te encuentre nunca más, y se te olvide que un día con sólo pronunciar mi nombre me hiciste sonreir. Nunca se sabe.

De todas formas, me gusta apostar por lo que dice el corazón aunque pierda parte en el intento.

Pomada para las heridas del corazón.

Si existieran pastillas para el dolor del corazón, o un jarabe que te curara la ilusión. Un comprimido, una sonrisa. No existen doctores que traten el amor cuándo duele. Ni hay clínicas para reparar corazones que se rompen a pedacitos sin que nadie sea capaz de hacer nada. Como mucho, puedo escribir, mirar al mar y poco más para calmar las ganas de llorar. Y al lado de mi casa no hay mar, está muy lejos, cómo todos los sueños que estás dejando escapar. Y así no hay quien pueda oiga. Sobredosis de realidad. Demasiado gris en las calles aunque haya un sol enorme. En cada película que veo me doy más cuenta de que quizá nunca más vea una a tu lado. Loca ilusa que te tiene todo el día en la mente. Idiota nostálgica que daría todo por verte de nuevo. Me retumban por dentro tus recuerdos, y me grita el pecho que te necesita. Y entre las señales que te dejo no encuentras nada. Quizá te olvidaste ya de que era un sueño. Se te olvidó recordarme. Algún día dejaré de dedicarte palabras aunque haya prometido hacerlo todos los días. Las escribiré en servilletas y me las guardaré en el fondo del bolsillo. Y seguiré escondiendome en metáforas. Volveré a escribir sobre una niña solitaria que hace fotografías mentales a todo lo que ve, que sueña y siente en soledad. Y la vieja pianista que se olvidó de las notas de su canción favorita pero sigue recordando la primera vez que él toco su cuerpo. Que toca el piano como él tocaba su piel. Y el pintor de la plaza que en su pincel dibuja los rostros que ve todos los días. Ellos no le miran, pero él lo ve todo. Tiene el alma perdida y sólo la encuentra en sus dibujos. Y a dejar de creer en los finales de cuento felices. Hay más cuentos tristes mires por donde mires, y los finales nunca pueden ser felices porque son finales.


Y yo no quería un final.

Cosas que nunca te digo.

Estoy en blanco. La inspiración se marcha cuando no queda esperanza. Apuro el último trago de café, él último trago de vida, ese que te quema la garganta sin que puedas hacer nada. Sólo se me ocurre echar a correr por la calle cuándo nadie me vea, y escapar hasta que algo me diga lo que debo hacer. Quiero encontrar una de esas señales. Una frase en la pared, o una palabra amable de un desconocido. Que me diga: no te rindas. Y volver con la cabeza alta y sonriendo más que nunca. Los desconocidos ayudan mucho, quizá porque saben ver en tus ojos lo que alguien que te quiere no es capaz de ver. Y en el tren, alguien te dice: sonríe, o vaya día que hace, así nadie se levanta alegre. Donde se esconden las señales cuando las necesito. Y en qué punto del camino decidiste dar la vuelta. Estamos más lejos que nunca, y la distancia en kilómetros es la misma. Cuando paseo y me encuentro algún semáforo, deseo que estés a mi lado para comerte a besos. Para aprovechar esos segundos desde el Rojo al Verde, y en nuestros corazones al revés. Aunque no deba, te espero cada noche. Y son interminables los días en los que no te encuentro. Ayúdame a encontrar una de esas señales, sé tú mi señal. La autopista no podía equivocarse cuando puso ese mensaje. Píntame una sonrisa y dí que sigues ahí. Mi corazón se cansa de latir, y perdió el norte en tus ojos. Y tú ya no le miras. Quiero robarte el sueño como antes, o serlo. Y los segundos sólo me separan cada vez más de tí. Llegará un día en que sea sólo un recuerdo lejano que ni siquiera sabrás porque ocurrió así. Y me niego a que pase eso.

Lucharé hasta que sea más alto el porcentaje de suspiros que el de sonrisas al recordarte. Porque los sueños sinceros hay que perseguirlos hasta que no queden fuerzas. Y algún aeropuerto verá nuestros abrazos, algún día..

Porqué las cosas que no se dicen, siempre suelen ser las más importantes.