El jazz golpeaba las paredes de la habitación. La luz estaba apagada, dos cuerpos que se buscan bajo las sábanas, arrancarnos la piel a tiras y mordernos los labios. Intenso, eterno, un abrazo que es un canto a la vida.  Escribir cada noche en un folio en blanco todos los planes a largo plazo y empezar a hacerlos a la mañana siguiente.  Morder la vida cuando estamos juntos, saborear poco a poco el color del cielo, el aire que nos rodea, amor. Perdernos en una azotea y encontrarnos en medio del mar, las luces del puerto, las huídas sin cambiar de nombre. No hace falta que cojamos un avión porque el destino más bonito son nuestros brazos, y aunque odie la ciudad gris tú la pintas de colores. Será que soy una romántica más, que en el espejo del baño hay huellas de tus dedos después de escribir dos palabras, que cada vez que el agua resbala por tu cuerpo no se me ocurre una cosa más bonita que abrazarte y que sea agua de dos. Será que nuestros días de cine y sofá son los más bonitos del mundo, o que los domingos de sol hacen que te quiera aún más. Todo ha encajado por fin. La música por fin suena. Ha empezado la película, nosotros somos los protagonistas y esta vez, no tendrá final. El principio puede ser este: “Mezclábamos música y versos, besos y sueños y vivíamos la felicidad más pura. “

"Si hay noches, raras noches
que cuando te descubro
por una de esas calles que llevan al mercado

parece que una estrella, de golpe, me alumbrara.
"

Javier Egea,  Materialismo eres tú

7 comentarios:

Píntame una sonrisa