Crónicas del cielo



































Los viajes que comienzan con girasoles siempre son especiales. Puedo decir que estos días he reído desde que me he levantado hasta la hora de dormir, he jugado con la vida, y he sido muy feliz. Las estrellas fugaces desde el asfalto, los atardeceres en aquel colegio, solitarios, pero especiales, buscando lo que me faltaba al otro lado del sol. Me colgué de los cables que guiaban los atardeceres desde el autobús, perdiéndome poco a poco para terminar desapareciendo en algún color amarillo-azul. He sido testigo de Madrid desde las alturas, viéndolo en todo su esplendor. Perdiendo y recuperando trocitos de alma en cada paisaje, en cada momento. Me tumbé a capturar sueños mientras atardecía sobre mis manos. Intenso, muy intenso. Entre las noches, las mañanas, los paisajes y los sueños, viviendo con todas las letras. Solo concluyo una cosa, la vida hay que vivirla al máximo y no existe cosa mejor que levantarte sonriendo, seguir haciendolo durante el día y acostarte sabiendo que no podrías ser más feliz.

6 comentarios:

  1. Muy lindos esos cielos. Y estoy de acuerdo, no hay nada mejor que levantarse sonriendo :)

    besos.

    ResponderEliminar
  2. y a veces parece estar tan lejos la felicidad
    por suerte hoy no!
    me encanta leerte

    ResponderEliminar
  3. Preciosa reflexión veraniega.
    Los atardeceres son maravillosos, y hacen especiales los días: pueden convertir en increíble un día espantoso. Es magia.

    ResponderEliminar
  4. La cuarta fotografia es el Templo de Debod?
    Si, verdad? :)

    ResponderEliminar
  5. tienes toda la razón. la verdad es que no hay nada mejor que reírte de todo y estar acompañada. y pensar que nada puede ser mejor que el ahora.
    ;)

    ResponderEliminar
  6. Qué cielos tan preciosos! Con lo fácil que es despertarse sonriendo y o difícil que parece a veces.

    ResponderEliminar

Píntame una sonrisa