Cuántas veces vimos este mar, Joel. Paseando de la mano como dos adolescentes, cómo si el mundo se fuera a acabar al día siguiente. Quisiste enseñarme a nadar, me besaste entre toda la sal y nos fuímos con las piernas llenas de arena. En invierno nos dimos los regalos con ojos de sal, entre la brisa, y Haruki Murakami nos acompañaba. La recepción del hotel del puerto aún tiene nuestros besos estampados. Y la ventana desde dónde gritamos "Buenos días" al mundo conserva nuestras miradas. Y ahora llega el verano, cómo aquel verano en el que un día, sin saber cómo ni porqué te conté un pedacito de mi vida. Alternándolo con chistes, risa, y fotografías imaginarias. Sin querer que te fueras y sin querer que te quedaras. Viviendo esa noche como si no hubiera más. Sin querer volver a verte pero queriéndolo con todas mis fuerzas. Conchas todas las tardes y un par de locos recorriendo el cielo por las calles. Mar en los labios y cada vez un poco más de amor en ellos. Y ahora estamos hechos de cielos y mares, de conchas y sueños, de asfalto y luces, farolas y puertos. Tenemos más canciones que nadie, y nos dimos tantos besos que el mundo se ha quedado sin ellos, y pide explicaciones. Clementine, terrible chiflada borrando su pasado y Joel, loco con más ganas de amar que nadie. ¿Sabes de qué tengo ganas? De olvidar todas las obligaciones y escapar contigo dónde no nos conozca nadie, a un 6º piso sin ascensor y comernos a besos desde que empiece el día hasta que acabe. De probar todos los mares, todos los amares, y ser la más feliz del mundo corriendo de tu mano.
... Que bonito mar Joel, que ganas de verlo contigo de nuevo.

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Píntame una sonrisa