Todo era posible.

Entre historias imposibles, las que intentan hacerse realidad entre el ir y venir de los días y las que sobreviven bajo los raíles del tren.. contaban la historia de una niña que quería crear su propio mundo. Lo intentaba día y noche, cogía elementos del mundo real y los colocaba patas arriba en el suyo. Allí bajo un puente al lado de un estanque de ranas, todo era posible. Las mesas caminaban, pero no con las patas. Los servilleteros de los bares bailaban swing y el café sabía a lo que tú quisieras. Café, hoy quiero que sepas a sonrisa, mañana a chocolate y pasado a él. Nadie necesitaba vestirse a la moda, la moda eran los colores. Todos estaban vestidos de colores. Las ranas jugaban al salto de la rana, y ganaba la que más alto saltara, los caimanes aplaudían con los dientes. Los gatos habían colonizado los tejados y usurpado pequeñas casas hechas a su medida. En los buzones, el nombre de cada uno. Se escribían cartas con los bigotes y viajaban a París con un billete que sacaban en una ventanilla de la luna. Volvían llenos de amour y se relamían las entrañas de lo felices que eran. Las personas se sentaban como los indios en sofás de terciopelo azul, tomaban cafés con sabor a.. y dibujaban lo que querían que se hiciera realidad. Con los ojos cerrados aparecías en una isla desierta con demasiado calor. Al segundo siguiente, en el mejor pueblo de vacaciones de la costa con un batido en la mano. Los recuerdos bonitos podían revivirse. La música estaba muy presente. Músicos callejeros, sabios de otro tiempo, trovadores, magos, haciendo el mundo un poco más bonito. La niña había conseguido reunir todo lo que le hacía feliz. Recuerdos bonitos, viajes en el tiempo, gatos soñadores, música callejera, colores, muchos colores, café con alegres sabores.
Felicidad en estado puro, atemporal.

Pero fallaba lo más importante, había días en los que no sabía como llegar a ese mundo y se hundía en el mundo real. Aquí la gente no viste con colores, los gatos no te miran al pasar y ya ni sueñan, solamente viven. Aqui nadie sueña. Nadie. Y ella quería seguir haciendolo con todas sus fuerzas. Tenía miedo de ser otra persona gris, de olvidar para siempre el mundo que había creado. Que no vuelva más a saber en que ojos tiene reflejado su destino, y que entre sus entrañas sólo encuentre miedo.. Y donde estará lo que le erizaba la piel...

Hoy quiero un café con sabor a viaje interminable.

6 comentarios:

  1. Ella creó su mundo y crecio... lamentablemente no se puede escapar de la realidad, pero creció y hoy en dia sigue creando su mundo en el que las cosas estan al reves y las personas, por lo menos las que invito son de colores!
    Y el cafe de las mañanas le saba a el... el que va de verde, que se esta adueñando de su sonrisa!

    *Disculpa mi atrevimiento, pero no pude evitar continuar un poquito...

    Un beso con gotitas de agua!

    DFemas esta decir que me gusto muchisimo!

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  2. Yo tembién quiero un café que me sepa a él, dulce un momento, una pizca de amargura y luego dulce otra vez :)

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  3. Tu entrada desprende mucha tranquilidad.

    Un beso!

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  4. me gusta, es un poco como sentarse en tu esquina favorita del sofá. Volveré por aquí, sin duda.

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  5. Me has echo volar!!y aqui, al menos eso pienso, si que hay gente que sueña... quizas poka pero la hay.
    haber kuando hablamos via mesenger ke ya hay ganinas jeje
    besotes!!!

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  6. no te olvides de llegar a tu mundo nunca! es el mejor sitio al que escapar y soñar es lo unico que nadie nos puede quitar!

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Píntame una sonrisa