Diarios IV



La ciudad duerme aleja a todo, incluso a mí, a estas esperanzas y sueños. Esta noche ha pasado algo curioso de vuelta a casa, después de tres noches sin dormir debido a la incomodidad de mi colchón y de la vida, me he encontrado un colchón enfrente de mi casa. Blanco, mojado, lleno de piedras por un lado. He decidido tomarlo como una señal y traerlo a casa. Para ello me he hecho daño en los dedos y en las uñas.

Llevo tres noches sin dormir, cuando cierro los ojos imágenes de mi vida pasan de un lado a otro y nunca se hacia dónde mirar, me mareo, me caigo. Después empiezo a girar en la cama y la cama hace tanto ruido que mi propio ruido perturba mi sueño. Hace unos cuantos meses, en una semana de mi vida en la que todo era felicidad y tristeza, compre un paquete de pastillas de componentes naturales que ayudan a conciliar el sueño. Escribiendo conciliar siento el sueño llegando. Los ingredientes son “hop”, “valeriana”, y algo más. Y a mi que “hop” me suena “hope”, esperanzas para dormir. Pastillas hechas de esperanza. 

Desde que esta ciudad me acogió soy una desconocida más entre los ríos de gente en la estación central de tren, con un libro en la mano y el café hirviendo derramándose por mi mano. Tengo la valentía en los ojos y visito galerías en las que intento ser invisible frente al cuadro. Ser la obra dentro de la obra. Y navego por mundos que creía inexistentes. Mi primer día en soledad vi la ciudad desde tan alto que la vida me pareció increíble. A esta ciudad le debo el insomnio y las prisas, le debo la soledad. Le debo el aprendizaje. Ahora café, ahora café derramado, ahora soledad, ahora literatura. Ahora la paz. Estoy leyendo un libro en el que me dice que todas las preocupaciones vienen de las necesidades que nos imponemos desde dentro, necesidades creadas e irreales. Pero qué va a saber ese libro de todo lo que me haces falta desde que no estás.

Ayer fui a visitar otra ciudad en tren, y llovía tanto que abrí las manos para intentar coger la lluvia. Vi el esqueleto de un dinosaurio rodeado de bicicletas en el medio del Campus. Entré en una capilla antigua con los techos inmensos y creí volar mientras un coro cantaba cosas sobre adorar a un Dios que no conozco. Yo no estaba allí. Yo estaba entre las voces corriendo hacia el cielo. Escribo insomne. Necesito que esas imágenes dejen de flotar en mis ojos. Necesito cerrar los ojos y dormir, conciliar, conciliar el sueño.


Necesito dormir, como duerme la ciudad cuando nadie la ve.

“And I realize that no matter where I am, whether in a little room full of thought, or in this endless universe of stars and mountains, it’s all in my mind.”
— Jack Kerouac, Lonesome Traveler

6 comentarios:

  1. Hola Princesa!

    Voy a leer esto a alguien con problemas de presion alta la proxima vez que lo vea, para ayudarlo a calmarse :)

    Gracias!


    Besos!

    ResponderEliminar
  2. Eres muy valiente al enfrentarte cada día a la soledad, a una ciudad desconocida, a la incertidumbre, a tus propios miedos, a los recuerdos... Y aunque a veces todo se haga cuesta arriba, y las noches de insomnio no te suelten la mano, seguro que encuentras la forma de seguir adelante, como siempre, con música, con libros, con galerías de arte, con fotografía, y escribiendo.

    Creo que escribir es la mejor terapia contra la soledad y los propios monstruos. Da igual si para ti misma, o para alguien, en formato digital, o en papel... Soltarlo todo, dejarlo ir...

    Ánimo, keep going!

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Eres genial. Un ejemplo de pese a la distancia todo vale. Sigue así, pero sobre todo sigue escribiendo. Un besito!!

    ResponderEliminar
  4. Y a mi que me da miedo irme a dormir, y cuando escribes parece desaparecer.

    ResponderEliminar
  5. Todo es descubrimiento, la ciudad, la soledad y también el sueño. Descubrir el sueño como quien se adentra en la parte blanca de los mapas. Cuidado con los dragones, Clementine.
    Saludos,
    B.

    ResponderEliminar
  6. Puta madre, eres una de mis favoritas, totalmente. Te sentí una niña adormilada sorprendiéndose por las maravillas que no comprende. Pero qué va, tú comprendes más que todos esos adultos. Lo único que no me jode de que sientas esa soledad es la forma en que te obliga a expresarte.
    Un placer leerte, un placer en serio.
    Si no te jode que hagan ésto (aunque a mi sí), me encantaría que te pasaras por mi blog y me dieras tu opinión http://quebrantamundos.blogspot.mx/

    Saludos.

    ResponderEliminar

Píntame una sonrisa