(Fotos propias)

Lo recuerdo como si fuera un sueño, y sin embargo, éramos nosotros, olvidándonos del tiempo con los ojos cerrados y el mar justo enfrente. Después de hacer un picnic extraterrestre en un banco con vistas al infinito. Ahí todavía no nos dolíamos. Ahora todo es diferente. Las novelas ya no hablan de nosotros, ni las estanterías de aquella biblioteca llena de polvo. Parece que fue hace muchos años, cuando subimos a lo alto de aquella torre en la ciudad más bonita del mundo, y vimos el cielo gris lleno de tejados. Donde imaginé todas las historias del mundo. Que tenían que ocurrir a tu lado. Tomábamos café y corríamos huyendo del destino. Tan cruel. Pero siempre tocaba volver a casa y el tiempo y sus quehaceres y las persianas cerradas y la tristeza escondida. Pero visible. Y la vida ahora son un montón de horas caminando por nuestra espalda y la búsqueda incansable de algo que merezca la pena. Porque a veces bebo, bailo, cierro los ojos, y sueño que no existo, que todo es diferente. Que cuando abra los ojos estarás diciéndome “estás preciosa” y sólo estarlo para ti. Y que hagamos el amor mil y una veces y el cristal se empañe con nuestros susurros y dibujar un corazón. Tanto quiero. Tanto te. La poesía se olvidó de nosotros. Puede que sólo necesite un abrazo, una escapada, que hace tanto que no veo el mar que no me acuerdo de sus vaivenes. Que tengo el corazón cansado de asfalto. Vivo de palabras y hace mucho que no escribo, que no me escribes, que este buzón está vacío de palabras. Y así quien sigue.

Me he comprado un jarrón y un par de flores y mientras caminaba por los pasillos de Ikea he vuelto a imaginarnos. Por un instante. Llenando de amor todos los pasillos de nuestra casa. Haciéndote el desayuno (siempre con algún dulce de chocolate) porque eres el más dulce del mundo. Te he visto llegando a última hora de la noche lleno de amor y cansancio y todas las ganas del mundo de dormirte a mi lado. Tantas veces sueño. Tantas veces te sueño. Nunca te lo he dicho pero cuando pasamos al lado de un espejo siempre te miro (nos miro) y te me antojas infinito. Un imposible. Todo aquello que siempre quise. Y aquí estás. Estamos. Intentando sobrevivir al tiempo. Me quedo con que conocimos las ciudades más bonitas del mundo, y que en las alturas, alguna que otra vez, volamos. Que nos leímos, tocamos, quisimos más que nadie. Y la biblioteca reconoce nuestros pasos. Las cafeterías en invierno. Los aviones. La ciudad del viento y sus calles deshabitadas. El ruido del mar. Las noches eternas. Las luces del puerto. Los gatos callejeros. Que seguiré siendo tu Clementine aunque alguna vez te dé por huir.

Y eso no puede decirlo todo el mundo.

10 comentarios:

  1. Como en "Eternal sunshine of the spotless mind", había una Clementine, y dos personas condenadas a amarse, aunque quieran huir. :-)
    Pase lo que pase, siempre es bueno poder decir eso de "que nos quiten lo bailao", no?
    Eso no lo puede decir todo el mundo.

    ResponderEliminar
  2. Tus fotos me fascinan, y tu texto ya ni te digo.

    ResponderEliminar
  3. Son unas fotos maravillosas, y un texto exquisito ^^

    ResponderEliminar
  4. Como pica recordar a veces.
    Un texto increíble, que al menos a mí me ha llegado muy dentro.
    No dejes nunca de escribir, por favor. Te lo pide una seguidora empedernida.
    Un beso enorme desde http://cuandolaimaginacionvuela.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  5. Bello texto...
    del cual se deduce
    que "La poesía no se ha olvidado de ti"
    y creo que te asiste con un sentir aquietado
    y bonito.
    Besiños.

    ResponderEliminar
  6. Es... Precioso, sin palabras. No podría dejar de leer.

    http://azucarycenizas.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  7. Mas vale recordar que seguir imaginando...
    http://nayadesentrepalabras.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  8. Además de precioso, se me antoja cruel, crudo y asfixiante.
    ¿Cómo es posible encontrar tanta belleza y tanto dolor en un puñado de palabras?

    Fascinante.
    Seguiré por aquí :)

    ResponderEliminar

Píntame una sonrisa