(Imagen: "The Future", Miranda July, 2011)
De repente lo vi claro, estábamos sentados en el sofá de un
salón cualquiera en Ikea. Mi cabeza, apoyada en tu hombro, los ojos cerrados. De repente visualicé mi vida entera, nuestros platos en
la mesa, los libros desordenados. Una frase anotada en cada servilleta y un te
quiero en el imán de la nevera. La fruta en mi cesta favorita, tus nunca más
tirados por el suelo al lado de la lista de cosas que me harías cada día. No
había miedos, París estaba en esa habitación, París éramos nosotros. Había
poemas de amor para cenar y tostadas con mermelada de fresa para desayunar. Olía
a fresas y teníamos una planta que florecía cada primavera. En invierno nos tapábamos
hasta arriba y jugábamos a contarnos historias de miedo bajo las mantas. Yo
bailaba por el pasillo cada vez que celebrábamos que estábamos vivos y tomábamos
alguna copa de vino. Tú me arrancabas el vestido y después hacías de la vida
algo grande. Cada noche me contabas un cuento en el que yo era una princesa que
tenía mil gatos y mil vestidos y me hacías sonreír justo antes de dormir. Por
la mañana yo era esa princesa y mis gatos dormían encima de la funda nórdica de
flores. Gatos y flores. Vivíamos cerca del mar, y en verano paseábamos y recogíamos
margaritas que después me colocabas en el pelo, una a una. Yo a veces me
escapaba con una libreta a escribir poemas sobre el mar, la soledad, y el olor
a salitre. Tú los leías a escondidas y volvías a contarme la historia de los
gatos para que sonriera. Sabías hacerme feliz. Sólo poesía, gatos, mar,
vestidos, la luz colándose por las rendijas de la persiana, tu cuerpo
desnudo, el desayuno sobre la cama, frases subrayadas en los libros, primavera,
flores, la promesa de abrazarme cada mañana. La promesa de ser más que el
tiempo. Lo vi, por un instante supe que seríamos eternos, que te reñiría cada
noche por no recoger la mesa y después te tiraría sobre el mantel lleno de
migas y te haría el amor. Porque nosotros éramos eso, a ratos nos gritábamos y
a ratos nos amábamos como nunca. Intensos. Un par de locos que se amaban más
que nadie. De repente dijiste- Tenemos que irnos. Todo eso se desvaneció. Pero
por un instante fuimos eternos. Bajé las escaleras sonriendo sin que tú supieras
el motivo. Si yo te contara… pensé. Y me puse a escribir, y ahora lo estarás
leyendo y sonriendo, porque tú eres el motivo. Tú siempre eres el motivo.
tenes el don de que me imagine cada situacion que contas, de sentir, por dios muy bonita entrada!
ResponderEliminarMuy muy bonito! Espero que dureis mucho y que seáis felices. :)
ResponderEliminarPasate si quieres! unbeso-locuratodo.blogspot.com
Oh, dios, es precioso.
ResponderEliminarTan bonito puede llegar a ser el amor.
El siempre es el motivo.
Lo siento por no venir en tanto tiempo, andaba ocupada. Ahora me leo todo lo que me he perdido, aunque no firmaré, no tengo tiempo :S
Un abrazo
http://ahoraquenosbesamostandespacio.blogspot.com/
Es una escena preciosa y el hecho de que la sitúes en algo tan común y habitual como es Ikea hace que se sienta cercana. Probablemente, la próxima vez que vaya tendré que sentarme en uno de esos sofás y acordarme de tu texto. Quizá yo también llegue a sentirme eterna así.
ResponderEliminarSacas auténtica magia de cualquier cosa, Clementine, de cualquiera. Ya sea Ikea, ya sea un sofá prestado. Se me llenan los ojos de lágrimas siempre que paso por aquí.
ResponderEliminarNo me gusta planificar, todo se desvanece, nunca llega. Espero que tengas más suerte. Besos.
ResponderEliminarLinda entrada y tu blog :)
ResponderEliminarHas visto "Les chansons d'amour"? Porque este relato me ha recordado TOTALMENTE a esa película, y es una de mis preferidas. Igual te gustaba ^^
ResponderEliminarCon la bolsa vacía,
ResponderEliminary el corazón rebosante.
Aysss, me encanta!! Has vuelto a los textos positivos, significa eso que te va mejor? Bueno, no sé si antes te iba mal con él, pero lo parecía. En fin, texto precioso, soñar es inevitable... yo lo hago mucho. ¿Qué seríamos sin sueños y sin planificar, aunque luego se rompan o no lleguen? Nos dan alas para vivir. Pero cierto es que a veces deberíamos vivir más en el presente...
ResponderEliminarQué bonito...soy una chica que ha encontrado tu texto por casualidad, buscando en google imágenes acerca de París y sus tejados :)
ResponderEliminarTe dejo este anónimo, pues no tengo blog, pero no quería dejar pasar la ocasión de decirte que me ha encantado tu página...
Miau