Caemos, como caen todas esas gotas de lluvia por el cristal
del autobús, mientras un niño las mira ensimismado. Caemos, y no nos importa,
caemos como esa leche que se derrama cuándo aún no hemos despertado, inundando
la cocina. Y toca limpiar ese desastre. Como las hojas que se despojan del
árbol en este Otoño, y bailan con el viento en su último baile con la vida. Y
pasan a formar parte del suelo, pintándolo de colores, antes de ser pisadas por
alguien que nunca mira el suelo. Caemos, y la lluvia nos invita a olvidar las
dudas, a agarrarnos al presente, porque no nos queda nada más. Deja que me
quede, deja que me vaya, pero no me abandones. Caemos, y mi corazón está
dividido entre huir y dejar lo único que me da vida, o quedarme y luchar por lo
único que me quita la vida. Por un momento me he visto en un parque lejano,
enfrente a un estanque helado, con una
libreta vacía y la mirada llena de sueños. Pero no tenía quien me cogiera de la
mano. Qué es eso de cumplir los sueños si no tienes con quien hacerlo. Cuanto
tenemos que empeñar para conseguir lo que anhelamos (yo que daría todo por
hacerte el desayuno cada mañana). Caemos, caemos de la mano, contándonos las
tristezas y las miserias y sonriéndonos de vez en cuando. Pero también te he
visto coger ese avión, con tu sonrisa tímida y las manos llenas de abrazos. Te
he visto llegar y besarme y decirme que aún podemos volar, frenar la caída.
Y poder escribir: Volamos, volamos como esas hojas que los
días de invierno bailan con el viento, como ese pájaro que va de árbol en
árbol, y a veces canta. Volamos, y el tiempo parece innecesario, las manos se
pierden en otras manos y los ojos sonríen. Volamos, como esa leche que ha
decidido salir del cartón y huir de la taza, y se esparce por toda la cocina
siendo por fin libre. Como esa prenda de ropa colgada en el tendal del tercer
piso, que se ha liberado de las pinzas que le sujetaban a la vida, pasando a
ser de nadie. Volamos, y todo lo demás sobra. Me he visto en un parque lejano,
frente a un estanque helado y con una libreta vacía en las manos. Contigo al
lado, besando mi frente, cogiendo mi mano. Diciéndome que siempre volamos, que
había confundido la caída con el vuelo.
“tú dijiste: -La poesía es todo
lo que hay entre un disparo y el animal herido.
Parecías
tan lejos, tan a salvo
de ti y de mí;
distinta igual que siempre,
rota y vuelta a armar de una manera nueva.”
“Vi las últimas luces de la costa y el cielo
extraño encima de la playa. -A veces
-dije- no hay más que eso
y algún sitio donde ir pero ningún sitio donde quedarte
y palabras que son las piezas del abismo
y recuerdos igual que disparos en una diana."
Benjamin Prado
Muy hermoso! :)
ResponderEliminarCómo cambia la vida, como nos cambia, y la forma de pensar, y la tristeza que hay en un párrafo y las ganas en el otro. Espero que os quedéis a vivir en el segundo...
ResponderEliminarUn besito