“Tengo que salir de aquí me estoy volviendo cuerdo.” Y todo
suena a lo mismo, el mundo es un vacío interminable. Así que esto era lo que
llamaban vacío. Sobrevivir cada medianoche. Escuchar tangos en una librería
llena de libros polvorientos, buscando quien sabe qué, puede que palabras que
no nos digan nada, frases que sean sólo eso. Y el presente rompiéndonos por
dentro y el futuro metido en una pecera. Los valientes, quienes son esos. Y
esta ciudad que es un laberinto lleno de músicos ambulantes tocando canciones que
parten el alma. La vie en Rose y Oviedo saltando en pedazos. El calor duele, el
mar está demasiado lejos y aquí no hay nada que nos haga sonreír. Coge el autobús
cada mañana, sonríele al conductor, pide el café para llevar, quémate los
dedos, abre la tienda, sigue sonriendo, sonriendo, sonriendo. Lee. Finge. Túmbate
en el suelo de la cocina y deja que el suelo se inunde de lágrimas. Ahógate en
ese mar de tristeza, todos saben que no sabes nadar.
Ya no hay paz. Puede que nunca la hubiera. Recuerdo una mano
acariciándome la espalda, secándome las lágrimas, una mirada que me decía todo.
Que podíamos con todo, que nosotros éramos los valientes. Recuerdo estar
sentados en el metro, en tantos metros, en silencio, de la mano, sabiendo que
ese momento era especial, que acumulábamos sueños en cada vagón. Y los aviones
y los cielos y todo eso, y los helados en las azoteas, la manera en la que
renacíamos cada mañana y le quitábamos las legañas a la vida. Las mañanas antes
de ir a trabajar, cuando te levantabas a preparar el desayuno y yo seguía
despierta con los ojos cerrados, haciéndome la dormida, sólo para que vinieras
a despertarme. Y el abrazo justo antes de que encendieras la luz. Quédate
conmigo, que somos grandes, joder, que nadie tendrá esto que tuvimos. Sabía que
tenía un hogar. Que estarías ahí. Y ahora me vuelvo pequeña, me pierdo, y hace
tanto tiempo que no escucho tu voz que estoy olvidándola. No quiero. No quiero
volverme cuerda, quiero que sigas volviéndome loca. Y conquistemos el puto
mundo entero de la mano. Nosotros somos los valientes. Nosotros éramos los
valientes. Todo está volando en pedazos, cada recuerdo se hace más y más
pequeño. Apenas queda nada. Se acaba el tiempo. Esta ciudad es un vacío
interminable.
quisiera encontrar a alguien que me curara el vacio, o mejor que volviera a poner la sonrisa en mis labios.
ResponderEliminar"Esta ciudad es un vacío interminable" que se llenará cuando vuelva a encontrar otra soledad
ResponderEliminarGato en la azotea, a veces siento que tuvimos el mismo amor, y aunque
ResponderEliminarya no lo espero, lo leo con el mismo sentimiento con el que lo escribes.
Seguiré leyendo y comentando, un abrazo.
Me pasa como a Skinny. Leo tus textos y creo que soy yo. Y aunque ya no sea nada, es bonito recordarlo, sobretodo si es de la manera que haces que lo recuerde. Escribes tan bonito...
ResponderEliminarYo una vez fui valiente. Él no tanto.
ResponderEliminarhttp://ladernieredanse.blogspot.com.es/2012/03/huir-es-de-cobardes.html
(espero que no te importe que deje aquí el link, pero me ha recordado a esta entrada..)
Yo también siento que cada vez el mundo que conozco se me queda más lejos...
ResponderEliminarNo soporto que alguien tenga miedo a enfrentarse a sus miedos, que deje que gane los malos recuerdos...
Un abrazo.
"Ahógate en ese mar de tristeza, todos saben que no sabes nadar" Me siento muy identificada con esta entrada, sobre todo con el primer párrafo.
ResponderEliminarUn beso.
''Todo está volando en pedazos, cada recuerdo se hace más y más pequeño. Apenas queda nada. Se acaba el tiempo. Esta ciudad es un vacío interminable.''
ResponderEliminarMe ha encantado, yo también vivo en una ciudad de recuerdos que van desapareciendo poco a poco...
Nunca dejes de escribir. Me da fuerza leerte.
Sublime.
ResponderEliminarQuizás ahora debas ser tú la valiente, por los dos. Por lo que un día fuisteis.
Sé capaz de llenar tú ese vacío.
Un beso enorme, me ha encantado :)
Hay ciudades que hay que dejar, pues otras tantas están deseosas de abrazarnos.
ResponderEliminarCasi siempre creo que es mi biografía... Escribes maravillosamente maravilloso... Y cuando leo cosas así, es como si me tirara en un césped verdísimo, con el cielo azulado y nubes algodonadas blancas... Perfecto...
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