Volver a casa con la lluvia empapando los cristales, empapándome por dentro. Y el corazón saliéndose del pecho y en mi boca las palabras que nunca te diré. Como si todo fuera demasiado rápido, como si la primavera no quisiera traer flores y milagros, y este invierno durara para siempre. Una mañana me desperté y nos vi llenos de vida en otra ciudad, cogiendo trenes, volviendo a casa rendidos, en una rutina perfecta, y te juro que no fue un sueño, no lo fue. Teníamos un gato como vecino, que maullaba para que le abriera la puerta de la casa abandonada en la que vivía. Cogíamos el 249. Vivíamos en Crystal Palace, y nos gustaba estar en silencio en el metro. Leíamos periódicos que no entendíamos y buscábamos el libro perfecto en librerías de segunda mano. Sonreíamos en los mercadillos, bostezábamos de vuelta a casa, admirábamos la vida en ese otro lado, en ese mundo que acababa de comenzar. Te juro que no fue un sueño. Que éramos grandes, desafiábamos las mañanas, que te comías mis ojeras mientras yo untaba las tostadas. Caminábamos por esos pasillos de moqueta azul inventada, y nos bañábamos intentando hacer espuma en la bañera de aquel hotel de segunda clase. La música de las calles nos llenaba de vida, la realidad se vestía de colores cada vez que nos mirábamos. Y nos reíamos de la prisa de la gente, de cómo los hombres grises lo rigen todo y la gente se cuelga de los relojes esperando una recompensa del tiempo. Pero esta vez sólo me quedan palabras, sólo me queda escribir que fuimos grandes y que ahora el tiempo es el que nos golpea a nosotros. Ya no somos invencibles, cualquier ráfaga de viento podría terminar de destrozarnos, y ha vuelto el invierno. Tengo miedo.
"El viaje más triste de nuestras vidas."
Volver a casa con la lluvia empapando los cristales, empapándome por dentro. Y el corazón saliéndose del pecho y en mi boca las palabras que nunca te diré. Como si todo fuera demasiado rápido, como si la primavera no quisiera traer flores y milagros, y este invierno durara para siempre. Una mañana me desperté y nos vi llenos de vida en otra ciudad, cogiendo trenes, volviendo a casa rendidos, en una rutina perfecta, y te juro que no fue un sueño, no lo fue. Teníamos un gato como vecino, que maullaba para que le abriera la puerta de la casa abandonada en la que vivía. Cogíamos el 249. Vivíamos en Crystal Palace, y nos gustaba estar en silencio en el metro. Leíamos periódicos que no entendíamos y buscábamos el libro perfecto en librerías de segunda mano. Sonreíamos en los mercadillos, bostezábamos de vuelta a casa, admirábamos la vida en ese otro lado, en ese mundo que acababa de comenzar. Te juro que no fue un sueño. Que éramos grandes, desafiábamos las mañanas, que te comías mis ojeras mientras yo untaba las tostadas. Caminábamos por esos pasillos de moqueta azul inventada, y nos bañábamos intentando hacer espuma en la bañera de aquel hotel de segunda clase. La música de las calles nos llenaba de vida, la realidad se vestía de colores cada vez que nos mirábamos. Y nos reíamos de la prisa de la gente, de cómo los hombres grises lo rigen todo y la gente se cuelga de los relojes esperando una recompensa del tiempo. Pero esta vez sólo me quedan palabras, sólo me queda escribir que fuimos grandes y que ahora el tiempo es el que nos golpea a nosotros. Ya no somos invencibles, cualquier ráfaga de viento podría terminar de destrozarnos, y ha vuelto el invierno. Tengo miedo.
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El tiempo es quien volverá a hacer que sonrías, aunque dure el invierno.
ResponderEliminarTe sigo desde hace años, aunque nunca me había atrevido a escribirte. Me siento tan identificada con tus textos...pero con este más en especial. Hace poco más de un mes hice mi último viaje con mi novio, a Londres,y justo después lo dejamos definitivamente, después de 4 años.
ResponderEliminarAdoro tus palabras, eres fantástica!!
besos!!! :)
Me gusta mucho tu blog y te sigo:) me gustaria que miraras el mio a ver si te gusta! www.w0w-men.blogspot.com
ResponderEliminarunbesoooooote
El dolor de tu corazón se suma al mío y se acerca la hecatombe final.
ResponderEliminarNo tengas miedo,se valiente y sonríe cada vez que te sientas triste.El amor es un sentimiento tan fugaz pero tan vibrante que no te da tiempo a poder saborearlo como hubieras querido.
ResponderEliminarGran entrada ,normalmente todas tus entradas no suelen fallar mis expectativas.
El invierno pasa y vuelve la primavera. Las nubes grises son iluminadas por los rayos cálidos del sol. Y las flores, como el amor, comienzan a crecer.
ResponderEliminarAunque es algo triste la entrada, me encantó.
Besos agridulces *-*
Tus textos me dejan sin respiración...
ResponderEliminarJoder, como me encanta pasarme por aquí.
ResponderEliminarVerano en París. Intenso, cálido, tormentoso.
ResponderEliminarYo también tengo miedo, aunque cueste admitirlo.
Fuimos grnades, valientes, fuimos...no fué un sueño, vislumbran tus palabras, son recuerdos maqueillados de melancolia, que todo lo reviste de colores calidos, todo se ve en color sepia, entrañable que justo se enfrenta a lo que ahora somos, cobardes, somos, la diferencia entre el preterito idealizado y el presente azul electrico que se torna oscuro hasta acabar en esa lluvía por dentro.
ResponderEliminarMe encanta la imagen que proyectas de hombres atados a un reloj, estrujando la vida en ellos, los hombres grises, cuando ves a otros desde el YO en TI, que distinto a cuando miras la misma imagen siendo YO sin TI.
Hay primavera incluso en los inviernos más frios...
me has dejado destrozada. Y se agradece.
ResponderEliminarVeo a Momo por ahí escondida...
ResponderEliminarHoy me reencontré con tu blog, y me atrevo a firmar porque ésta entrada
ResponderEliminarme recordó a algo que escribí hace tiempo. No sé si te guste o no, pero quiero
compartirtela. Un grande abrazo.
http://sometimes-stillneedyou.blogspot.mx/2010/08/caimos-aplastados-bajo-nuestra-propia.html