Tengo sed de horizontes, de atardeceres, que en mis ojos se
refleje ese color intenso que siempre me devuelve la esperanza. Tengo ansia de
carreteras interminables, de desayunar paisajes y café. Quiero amanecer cada
día en un lugar distinto. De escaparme de la rutina y escribir historias en servilletas
para luego abandonarlas, que andamos escasos de sueños. Y renacer en medio del
bosque, cómo cuando me escapaba corriendo a él con un libro y volvía sonriendo.
Los libros siempre tienen respuestas. Y la música. Y la poesía que me rescata
cuando los días grises me atrapan. O renacer en medio del tráfico, justo cuando
parece que el ruido de los coches forma la melodía perfecta. Subir a lo alto de
un edificio y lanzar toda la tristeza para que se estrelle contra el asfalto. Este
otoño renace mis sentidos. No voy a hablar de historias de trenes, de idas y
vueltas, ni de las veces que quise escapar de todo. Voy a hablar de la manera
que tienes de apartarme el pelo de la cara cuando me tienes cerca, de cómo me
haces el desayuno, con mimo y cuidado para que yo te diga “esta mermelada no me
gusta.” De las veces que me perdí en tu cuello olvidando el camino de regreso,
con tus labios susurrándome un “no pares”. Y tu cuerpo que parecía una pista de
despegue, o de aterrizaje, quien sabe. Hemos cogido tantos aviones, tantos
trenes de vuelta de la ciudad del viento, tu mano en mi mano, mis ojos en tus
ojos. Que todo parece más fácil cuándo estás a mi lado. Y los horizontes, y las
carreteras interminables, los desayunos, los viajes sin ida ni regreso, las
carreteras interminables no son lo mismo si tú no estás a mi lado. Si tus ojos
tristes no acompañan a mis ojos solitarios, haciéndoles sentir un poco menos solos.
Que nada tendría sentido si tú no estuvieras ahí, compañero de viajes en este
viaje largo que es la vida.
La banda sonora..
Gracias por este regalo de cumpleaños :)
ResponderEliminarYo, ahora mismo, sueño con escapar de todo, y no es que esté mal, todo lo contrario. Simplemente necesito esa carretera que se pierde en el horizonte, desayunar esos paisajes y ese café... sólo hay una cosa, más bien persona, que me ata aquí. Y es muy posible que en poco tiempo (¿qué es el tiempo?) esa persona tome otra carretera y otros paisajes.
ResponderEliminarPor eso te agradezco el haber escrito esto. Ahora sé mejor lo que quiero.
Leer tu blog es lo que más me gusta hacer en estas tardes de invierno.
ResponderEliminarMuy bonito. Da gusto que todavía haya mujeres etéreas que se sientan y expresen así. Habrá que creer en el amor y aprender a dibujar la esperanza en el vaho, aunque duela y no sepamos bien por qué, para cuando muerda nuestra alma el anzuelo del invierno y así duela menos, en teoría.
ResponderEliminarLa soledad es una ilusión.
Alucinante.
ResponderEliminarDisculpa mi falta de palabras, pero tu forma de escribir es anonadante.
Y, por si he sembrado la duda: Te sigo :)
Hacía tiempo que NECESITABA leer algo así. Un texto que me dejara de piedra, sin palabras. Que me hiciera recordar por qué llevo enamorada de las palabras desde que tengo uso de la memoria (o desde que aprendí a leer).
ResponderEliminarGracias... Obviamente, te sigo :)
Cleeeem! (¿Nunca nos dirás tu verdadero nombre?) Es precioso, se nota que le quieres mucho. Y ánimo con los viajes de ida y vuelta! Al menos él puede hacerte desayunos y puedes besarle el cuello... Yo estoy muy muy lejos del mío, por decisión propia... pero duele igual.
ResponderEliminarSigue escribiendo estos textos que nos alegran el alma!
Simplemente me encanta. "Subir a lo alto de un edificio y lanzar toda la tristeza" es justo lo que quiero hacer, porque es justo lo que siento al ver que puedo perder todos esos momentos que describes con tu compañero de viaje. Es un momento complicado de mi vida y leerte y verme en tus letras me ha hecho sentirme bien. Puede sonar una locura pero tenía que decirlo.
ResponderEliminarSaludos