Un domingo cualquiera, subimos hasta lo alto de nuestras ilusiones y nos tiramos sin mirar atrás. No había vuelta de hoja, eramos irremediablemente felices. Un par de corazones locos, que hicieron las maletas de la rutina y aparecieron por mundos increíbles. Aunque el sol se escondiera, y las casas abandonadas fueran inaccesibles, el amor latía muy fuerte. Ella, con ganas de robar una caravana y recorrer el mundo con él de copiloto. El, el más aventurero de los aventureros con ganas de mirarla para siempre. Vaya dos, diferentes al resto, tan diferentes. Sucede que a veces, tu pelo huele a bosque y yo no puedo hacer otra cosa que acariciarlo. Cualquier día es nuestra luna de miel porque ya se sabe "que todas las noches sean de luna, que todas las lunas sean de miel. Y sin coger avión, nos plantamos en cualquier paraíso dispuestos a amarnos como nunca. Cada domingo astromántico, cada sueño que sale de tus manos, cada beso en la frente, cada instante de felicidad compartido. "Porque la vida compartida, sabe mejor". Aventuras de domingo, de lunes, de toda la vida si me dejas.
"Así que alégrate, lo has conseguido, los días sin tí serian precipicios.. no hay manera humana de escapar"
Aventuras aventureras
Con vistas al a-mar

Quédate conmigo para siempre. No puedo prometerte que siempre estaré de buen humor, ni que nunca odiaré el mundo. Es parte de mí querer cambiar el mundo cada día. Tampoco sé si dejaré de quejarme algún día por lo horrible del tiempo que se escapa. Quizá siga viéndome fea con vestidos cortos, y no quiera maquillarme. No puedo decirte que cambiaré, mis despertares siempre serán entre quejidos y odiaré el ruído del tráfico. Pero sí te puedo decir que prepararé las mejores meriendas del mundo para tí. Que adoraré despertarme a tu lado en esa villa de mar, y después pasear cogidos de la mano hasta que el cansancio nos venza. Que haremos todos los días especiales, en la última fila del cine, en nuestros viajes siderales, que conquistaremos todas las calles de Oviedo, y las de todo el pais si nos dejan. Puedo decirte con total seguridad que te besaré con más fuerza que nunca cada día que te vea y te estrujaré entre mis brazos. Te susurraré al oído los segundos que nos comimos parando el tiempo, y volveré a besarte, claro. La pasta italiana siempre será la que nosotros cocinamos en Italia, el Café Latte mi favorito, y las paredes rojas las de nuestra casita de Barcelona. Cierra los ojos y recuérdame. Recuérdame en tu pecho siendo la más feliz del mundo. Contagiándote mi risa en el mar la primera Navidad que pasamos juntos, la mejor. Abriendo los regalos con vistas al mar, amándonos con vistas al mar, al amar. La primera noche, la última, aquel verano loco en el que conquistamos el mundo. Sal en nuestros labios, en nuestro cuerpo, la primera vez que nos amamos como si pensaramos que el mundo se iba a terminar en ese mismo instante. Recuerda, recuérdame. Te prometo que mi misión será cuidar tu risa, y aunque no lo creas, soy experta en eso.
Las calles esta mañana me preguntaron por tí. Nos echan de menos..
El corazón se vuelve loco.
El suelo de la cocina está muy frío, y esta mañana hace demasiado calor. El café se enfrió y ahora no hay quien se lo tome, como cuándo la vida decide darse la vuelta y no hay quien sepa vivir. Hay mañanas en las que muero un poco, nadie hace el desayuno, nadie da los buenos días. Dan ganas de quemarlo todo empezando por uno mismo, dan ganas de estallar y no volver a recomponerme nunca. Y empiezo a odiar, a odiar la facilidad con la que soy capaz de romperlo todo, a odiar mis manos que no saben tocar, mis ojos que no saben mirar, mis labios que no saben hablar. Me descompongo en el suelo de la cocina y me pierdo entre platos rotos. Todo pierde sentido. La margarita en el pelo, las veces que atrapé olas en el mar, el frío de mis piernas, nuestros abrazos a destiempo. Todo se va diluyendo, borrando, como las fotografías con el paso de los años. Deja de brillar, como este sol que de repente se convierte en tormenta. Putas tormentas de verano. Te echo de menos desde que empieza el día hasta que termina. Y mi voz se pierde en el fondo de mi corazón. Recuperaré el habla cuando me beses de nuevo. Ahora sólo se que si un corazón recibe patadas todos los días se olvida de amar, y que si me dejas, si me das tiempo, aprenderé a quererte como se merecen tus ojos. Recuerda que somos eternos, no dejes que todo se siga diluyendo, recuerda las veces que dimos la vuelta al cielo sin movernos del sitio. El café con croissants en la cama, y algún que otro beso. Las tardes fugaces llenas de abrazos. Los mares que nos vieron felices. El verano, el otoño, el invierno, la primavera. Las margaritas, los sueños en los ojos, la puta sensación de ser los más felices de la tierra y del resto del universo. Sólo necesito contagiarme de los días azules, y aprender que lo más importante del mundo somos nosotros. Sólo necesito que me vengas a buscar con una sonrisa y gominolas, dispuesto a comerte el mundo de mi mano.
Está claro que conquistaremos el mundo juntos, yo con mis ojos color otoño y tú con tus ojos color coca-cola. Buscaremos un reducto, dónde no pueda llegar nadie para poder escondernos. Viviremos lejos, rodeados de girasoles, en la casa más bonita del mundo. Tú reirás cuándo comience el otoño, yo te besaré cuándo termine el verano. Reiremos hasta medianoche y tomaremos un té cuando den las 12. Me despertarás con un beso, y yo te despertaré con mis quejidos, que poco a poco se apagarán para dar paso a una gran sonrisa. Adornaremos nuestra casa con colores alegres, tendremos una estanteria que llegue hasta el techo y un rinconcito para mí para leer, como en Cagliari. Cada jueves subiremos a la azotea a ver llegar la noche, con una manta y algo para beber en las manos. Las antenas de los edificios radiarán nuestra felicidad, que saldrá hasta en televisión. Y en las calles sólo se respirara amor del puro. Los gatos maullarán "Te quieros" en idioma gatuno mirando a la luna. Da igual dónde sea, como sea, siempre recordaremos nuestras escapadas interminables, los besos en la última fila del cine. Los abrazos para que nunca me sueltes, las caricias en la nuca.
- Corre ven, el té se enfría, comámonos a besos mientras llega la medianoche. Ven, que te cuento un pedacito de mi vida, justo cuándo apareciste y lo volviste todo patas arriba. Anda... bésame, que no se que haría yo sin tí.
Adictos al sonido del mar
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